The Presentation [La presentación] ¬BrightWin

O6 | GRADUACIÓN

O6 | GRADUACIÓN

Para la segunda mitad del curso, Bright se había vuelto un maleante.

El cuerpo docente estaba deseando que llegase rápido el día de la graduación, para así traspasarle el problema a otra institución. A P'Eed le gustaba burlarse de él pidiendo que no llevara a Win por el camino del mal. No valía la pena buscar otros culpables aparte de sí mismo, iba a aceptar la culpa, su nuevo manto oscuro de mal comportamiento y delincuencia.

O bueno, lo haría si no tuviese la alternativa más sencilla: analizar todo de forma objetiva y darse cuenta que la responsable de todas las desgracias era nada más y nada menos de que la pulga sonriente que tenía por mejor amiga.

A Milli parecía divertirle su ceño fruncido.

Maldita alborotadora.

Pero para hablar de la situación tan delicada en la que se encontraban ahora mismo Bright debía remontarse a un incidente sucedido aproximadamente a la mitad del primer semestre. No tenía excusas, la reputación de rebelde que cargaba en la espalda era resultado de sus propias decisiones.

Básicamente, de un momento a otro, Milli aparecía con chocolates, pudines y galletas sacadas de quien-sabe-donde y le instaba a comerlas en clase para fortalecer las neuronas y pensar mejor. Oh, ese fue el inicio de su decadencia. Tal vez comer en clases no estaba bien, pero a eso no se refería; el problema estaba en el origen de los aperitivos. En su cabeza, lo más lógico había sido pensar que alguien en la casa de Milli tenía dones culinarios, pero no, porque un día, cuando empezó la clase de tailandés y Bright no recibió un golpe en el hombro y nadie le extendió un contenedor con galletas, se le ocurrió preguntar.

—Milli, ¿hoy no te enviaron galletas?

—¡Ao! Estoy enojada, hoy no vino Kenji a clases y se supone que habíamos acordado que me traería un poco de su pastel de cumpleaños.

—¿Kenji?

—Wasin Panunaporn, está en Prathom 2. Lo conozco porque su padre es un renombrado chef pastelero de un restaurante en el centro de la ciudad donde mis padres tienen su "noche-sin-Milli" de cada mes.

—Ah, entonces por eso de que sus padres se conocen te regalan comida a ti también.

—No.

—¿Uh?

—Dije no.

—Sí, te oí.

—Bueno.

—Uhum.

¡Espera! ¿Acaso eso significaba que Milli...?

—¡Espera! ¿Me estás diciendo que...?

—Sí, el señor Panunaporn cree que las galletas y pasteles que hornea con tanto amor terminan en la panza de la criatura que tuvo en su vientre por nueve meses, pero en cambio terminan en las nuestras —Milli se encogió de hombros como si no hubiese problema alguno dentro de esa afirmación—. Estoy decepcionada, Kenji cumplió ocho años ayer y se supone que hoy me traería pastel, ¡me prometió glaseado de naranja! ¡de naranja!