Su vida nunca fue fácil.
A los un años fue abandonada en un hogar, en donde nunca fue tratada bien. Las chicas de aquel lugar la hacían menos; golpeándola e insultándola.
Lamentablemente nunca fue adoptada, hasta ahora; los quince años.Ella se encontraba en la habitación. Ésta era compartida con otras chicas.
Estaba en un rincón dibujando, aprovechaba que nadie estaba para hacerlo.O eso creía.
-¡¿Otra vez con tus estúpidos dibujos?!.-Una de las jóvenes arrebató su papel de las manos, para así partirlo a la mitad ante los ojos de la menor.-Ni siquiera tienen valor, como tú, tonta.
-¡N-no!.-Los pedazos de papel cayeron a sus piernas cuando la otra niña los soltó.
Sus ojos se cristalizaron, no era la primera vez que la humillaban.
-¡¿Qué vas a hacer?! ¡¿llorar como lo tonta e inútil que eres?!.
Y sí, las lágrimas salieron de sus encantadores ojos, recorriendo sus pálidas mejillas.
-¡Miren, chicas! ¡la nenita está llorando!.-Al gritar, las demás jóvenes se acercaron a ver la escena, por lo tanto lo único que hicieron fue reírse de la rubiecita.
-¿Sabes por qué nadie te adopta?. Yo sí, porque eres una inútil que solo sabe llorar como lo débil que eres. Vamos, chicas, no perdamos tiempo con ésta idiota.
Y al dejarla sola, la menor secó sus lagrimas y tomó la hoja partida en dos para así unirlas, sin pegarlas.
-A-algún día saldrás, Chica.-Cerró sus ojitos hablándose a sí misma.--S-saldrás y tendrás una gran vida, ya verás...
-¿Chica Causey.-Una de las monjas entro a la habitación buscando a la jovencita.
-S-sí, yo.-Se puso de pie limpiando sus lágrimas.
-A la dirección, ahora.-Al decir eso Chica se dispuso a seguirla, hasta llegar a dicho lugar.
Allí estaba la directora del hogar
-Oh, Chica, sientate por favor.-Ella obedeció.
-Como verás, te cité aquí, y es para darte una noticia.-Habló ordenando unos papeles.
-¿Noticia? ¿a qué se refiere?.
-Has sido adoptada.
Sus ojos se abrieron como platos.
-¿A-adoptada, yo?.
-Sí, lo que has oído. Así que ve preparandote porque a la tarde vendrá la persona que te adoptó.
Chica se puso de pie inmediatamente.
-Sí, señorita, gracias.-Sonrió felizmente para al fin salir de la sala.
Corriendo fue a la habitación para tomar su pequeño bolso, en donde no entraba tanta ropa, bueno, Chica nunca tuve demasiada.
Además de poca ropa, guardó sus libros, cuadernos y lápices, y obvio no se olvidó su pequeño osito de felpa.-¿Y ahora qué haces, boba? ¿te hecharon a la calle?.-Una joven que también solía molestarla entró a la habitación.
-No, no me han hechado.-Contestó por primera vez sin miedo.-Me han adoptado.-Dijo tomando su pequeño bolso.
-¿Que te qué?.
-Sí, aunque no lo puedas creer fui adoptada, así que ve buscando a otra para molestar porque yo no estaré más aquí, no como tú que no estás adoptada y tardaras en irte ya que eres una basura de persona.-La dejó sin palabras, a lo que se dirigió a la salida, sin antes chocar su hombro al caminar.
Bajó al primer piso, en donde se encontraba una de las monjas.
-¿Ya estás lista?.-Preguntó la mujer, a lo que Chica asintió varias veces.
La gran puerta fue abierta, dejando ver a un hombre de estatura alta. Éste estaba muy bien vestido.
-Él es Erick Fazbear y ha sido la persona que te ha decidido adoptar.-Dijo la mayor.
-Oh, pequeña, estoy muy feliz de que seas parte de la familia.-Sonrió éste acercándose a la menor.-¿Vamos?.-Ella volvió a asentir.
-Adiós, linda, espero que seas muy feliz.-La monja besó su frente, para luego la menor se dirigiera a la salida con el hombre, que terminaría siendo su familia.
O eso creía.
Al salir, logró ver un gran auto negro, bastante moderno.
El conductor del auto abrió la puerta tracera para que Chica entrara.-Adelante.-Dijo el mayor, a lo que ella accedió a entrar.
Él también entró, para así el conductor comenzar a conducir.
Pasaron quince minutos y ya habían llegado a su destino; La Mansión Fazbear.
La joven bajó del auto, observando con sorpresa su nuevo hogar.
-¿A-aquí es?.-Preguntó aún sorprendida.
El hombre abrió las grandes puertas, dejando la gran sala a vista.
Era un gran lugar. En el centro había una grande escalera que, obviamente, llevaban arriba. Allí habían muchas habitaciones.
En el fondo estaba una cocina, una mesa y otra puerta que dirigía a un enorme jardín.-Hasta que al fin llega la moco-, digo, la linda jovencita.-Una mujer apareció bajando las escalera. Ella era el ama de llaves.
-Su nombre es Chica, Rose.
-¿Chica? ¡JA!.-soltó una carcajada.-Pero que nombre más extraño.
-Y... ¿dónde dormiré?
-Oh, Chica. No creas que te adoptamos para que seas parte de la familia.-La expresión del hombre se volvió seria.-Tú serás la nueva mucama.
-¿M-mucama?.
