Baby y Freddy son novios desde hace dos años.
Como antes fue mencionado, al señor Fazbear estaba encantado de que Baby sea novia de su hijo. Pensaba que era una chica de clase y que estaba a su altura.
Baby también era de una familia de mucho dinero. Tenía todo lo que quería.
Pero, Baby tenía a alguien más.
Foxy.
Sí, Baby y Foxy son amantes.
Se juntan a espaldas de Freddy.
Esa mañana los dos pelirrojos se encontraban en la puerta de la mansión Fazbear esperando a Freddy, quien ya en unos minutos saldría de allí para ir a clases.
Aprovechando el tiempo solos, Foxy tomó de la cintura a Baby, acercándola más a él. Ella sonreía con ambas manos posicionadas en los hombros del chico.
—¿Sabes?.—Habló Circus.—Disfruto mucho los pequeños momentos en los que los dos estamos juntos.
—Lo mismo digo.—Dijo Foxy con una leve sonrisa dibujada en su rostro. Éste la tomó del mentón, depositando un pequeño beso.
Pero había alguien observando la escena.
Chica.
—¿Qué demonios?.—Dijo en voz baja. Pero aún así, la pelirroja se percató de su presencia.
—¿Chi-Chica?.
—¡¿Señorita Baby?!.—Exclamó con sorpresa.—¿U-usted no es pareja de Freddy?.
Baby se separó del pelirrojo, dirigiéndose a la rubia, quien sostenía una regadera, le estaba echando agua a las plantas.
—Te diré algo. —Se aclaró la garganta.—Más te vale que mantengas la boca cerrada. Esto no te incumbe. ¿Okay?.
—Quedese tranquila, señorita Baby, no diré absolutamente nada.
—Más te vale. Ahora sigue con tus tareas, sirvienta.
Volteó, y en ese momento, Freddy salió al jardín.
—¡Amooor!.—Exclamó la pelirroja abrazando a su novio depositando un beso en sus labios.
—Hola, linda. Hola Foxy. ¿Y Bonnie?
—Bonnie está enfermo, así que faltara unos días a clases.—Habló Foxy.—Mejor vamos, se nos hará tarde.
•
La mañana pasó rápido, tanto que ya era la tarde.
Foxy se fue a su casa, dejando a Freddy y Baby solos.
Los dos llegaron a la mansión, y al entrar se toparon con el Señor Fazbear.
—¡Baby, querida!.—Exclamó el mayor depositando dos besos en ambas mejillas de la pelirroja.
—Hola señor. ¿Estará listo el almuerzo? Estoy hambrienta.
—Claro que sí.—Volteó.—¡¡Chica, espero que la comida esté lista AHORA!!
—Papá, no la apures, podemos esperar un rato.—Comentó Freddy
—¿No oíste a tu novia? ¡está hambrienta!.—Exclamó el señor.—Vayan a sentarse a la mesa, yo iré por ella.
Freddy y Baby se sentaron en la mesa.
Mientras que el Señor Fazbear fue en busca de la menor.
—¿Para cuándo el almuerzo? ¿no escuchaste a Baby?.
La rubia colocó ambos platos de sopa en una bandeja, junto a dos vasos de jugo.
—Aquí está...
Chica estaba agotada; siempre se levantaba a las seis, limpiaba la casa y el jardín, lavaba ropa, regaba las plantas y ahora hizo el almuerzo.
Tomó la bandeja y se dirigió a la mesa de la sala.
—Hasta que al fin traes la comida, sirvienta.
Primero sirvió el plato a Freddy, para después acercarse a Baby. Pero por accidente el plato resbaló de sus manos virtiendo la sopa caliente en la ropa de la pelirroja.
—¡Ahhh!.—Pegó un grito chillón e irritable.—¡¿Pero qué te pasa, sirvienta estúpida?! ¡¿no ves que ésta ropa es de diseñador?!
—¡Señorita Baby, lo siento mucho!.
Reía por dentro.
Freddy no pudo evitar soltar una risa, a lo que su novia lo miró con muchísima molestia.
—¡¿D-de qué te ríes?! ¡¿esto te parece gracioso?!
Los gritos y quejidos llamaron la atención del Señor Fazbear, quien inmediatamente llegó a la sala.
—¿Qué son todos estos gritos? ¿Baby, estás bien?.
—¡No, nada está bien!.—Señaló a la menor.—¡Ésta sirvienta estúpida tiró la sopa sobre mí!.
—¡Fue un accidente!.—Se defendió ella.
—¡Claro que no lo fue!
—¡¿P-pero por qué lo haría?!.
—¡Porque me tienes envidia!.
—¡¿Envidia?! ¡¿que tendría que envidiar?!.
—¡Tienes envidia de mi perfección!
Hasta que Freddy intervino.
—Baby, por favor, ya cálmate. Fue un accidente, no creo que Chica lo haya hecho a propósito.
—¡¿Encima la defiendes?! ¡¿estás de su lado?!.
—Baby, cálmate. La mancha sale cuando lo lavas, tranquila.
—¡¿No te das cuenta de que era ropa de diseñador?!.
—¡¡Cállate de una vez, Circus!!.—Chica no aguantó más los gritos chillones de la pelirroja, así que decidió alzar la voz.
—¿Perdón?.—Habló el mayor.—¿Qué son esos modales?.—Volteó a verla.—Como castigo, TÚ lavaras la ropa de Baby.
—¿Q-qué? ¡pero ya le dije que fue un accidente.
—Sí, papá. Fue un accidente.
—¡¿Y la sigues defendiendo?!.—Chilló otra vez.
—Para mañana quiero que esa ropa esté completamente limpia. Es una orden.—Una vez dicho eso, él se retiró.
Baby se puso de pie y se acercó a la menor.
—Ya oíste al señor Fazbear. Para mañana espero que tengas mi ropa cara bien pero bien limpia. Adiós sirvienta pobretona.—Rió y salió de la mansión.
