❀ sesenta y cinco ❀

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[ narrado ]

Eran las 5 de la mañana de aquel viernes y el Seba no conseguía pegar ojo para dormir, le quedaban solo unas horas para ir a despedirse de la Vale y apenas había conseguido dormir una hora para luego haber despertado y no vuelto a dormir.

Su mente se preguntaba como se sentiría verla frente a él después de tantos meses en que solo hablaban por teléfono y en que debía resistirse y tomar todo su autocontrol para no ir de cabeza a la casa de la Vale cada vez que ella le decía que estaba llorando o que había tenido un ataque de pánico.

Incluso ahora le costaba el mantenerse quieto y no agarrar sus cosas para ir a verla, y tener más tiempo junto a ella.

Sin embargo, antes de que su mente pudiera comenzar a desarrollar un plan que le permitiera ir allí y además excusarse por la hora, su celular comenzó a vibrar en su mesita de noche.

El Seba se estiró para alcanzarlo y en la pantalla aparecía un número desconocido, ¿quién estaría llamándole a esa hora?

Contestó con la curiosidad picándole en la nuca y se levanto de su cama, ya no tenía sentido seguir tratando de dormir.

—¿Hola? —dice el Seba en un murmullo tratando de no hablar muy fuerte para no despertar a su mamá.

Del otro lado de la línea solo se escuchaba una respiración pesada.

—¿Hola? —repitió el Seba, al no recibir respuesta frunció el ceño y soltó un bufido.— Voy a colgar.

—Seba. —hablaron al otro lado de la línea.

Las piernas del Seba casi cedieron y si no hubiera sido por el soporte de la cama detrás de él tal vez hubiera caído al suelo.

—Titi... —el apodo salió de sus labios en un suspiro de alivio al oír la voz de la Vale.

—Perdón la hora, no podía dormir.

—No te preocupi, tampoco podía dormir.

La línea se quedó en silencio un momento y el Seba se dió cuenta de cuanto extrañaba su voz.

—Solo llamaba para... bueno, no sé... este, pensé en pedirte perdón por todo. —balbuceo la Vale.

—¿Qué?

—Sé que tu vida debe haberse complicado por mi culpa y lo lamento tanto, porque tú no te mereces esto... —comenzó a hablar rápidamente la Vale.

—Para. —dice el Seba en tono firme.

—Seba, es que es verdad, porque si no me hubierai conocido...

—Mierda, Valentina, para. —dice el Seba con seriedad.

La mirada del Seba se enfocó en la pequeña foto enmarcada que mantenía sobre su escritorio en la que aparecía todo el grupo, y la Vale aparecía por debajo de su brazo con una carcajada plasmada en su rostro.

Aquella foto la tomaron aquel día en que se fueron a la casa de la Cata, para que solo horas más tarde llegara el Ignacio y arrastrara a la Vale con él.

—¿Te das cuenta que no hemos hablado en meses? —susurra el Seba acercándose a su escritorio para tomar la foto con su mano libre.— Extrañaba tu voz.

—Seba... —gimoteo la Vale.

—No intentes disculparte de nuevo. —gruñe el Seba rodando los ojos.— ¿De verdad piensas que me has hecho tanto daño?

—Seba, he sido solo molestia en tu vida, creo que te mereces que me disculpe, por mi culpa te han golpeado, por mi culpa te has desmayado en un hospital, por mi culpa la pasas mal... no soy buena para ti, no ahora, no como estoy ahora...

—Titi, maldición, me has llenado el corazón desde que apareciste en mi vida. —dice el Seba sintiendo el nudo en su estómago crecer cada vez más.— Es verdad que he tenido días en que no me he sentido bien, que he llorado por ti, pero tú me pones contento con solo hablarme, no me siento incómodo contigo y me siento en paz cuando ríes...

—Seba... —susurro la Vale para luego soltar un pequeño sollozo.— No puedo hacerte esperar para siempre, no te mereces eso... tienes que enamorarte y que te quieran como es debido, que te quieran como te lo mereces... yo no puedo quererte así, no puedo ofrecerte una relación, porque apenas y soporto estar conmigo misma, estoy hecha un manojo de nervios y yo... yo es-estoy rota, Seba. —apenas pronunció aquellas palabras y luego no pudo seguir hablando porque el llanto en su garganta fue más fuerte.

La respiración del Seba se agitaba y podía casi palpar el nudo en su garganta que le advertía que las lágrimas no tardarían en amenazar en salir.

—Estoy rota. —repitió la Vale esta vez con más fuerza.— Y mis pedazos están filudos, y no quiero dañarte... no quiero dañarte como he dañado a la Rita y a la Scarleth... no podría soportar dañar a otra persona que amo.

Amor.

El corazón del Seba comenzó a galopar al escucharla decir aquella palabra. Ellos sólo habían usado la palabra "querer", porque él no quería apurarla y ella tenía miedo de amar de nuevo.

—Te amo. —fue lo único que pronunció el Seba con la respiración entrecortada.

La línea se quedó en silencio y luego solo se escuchaban los pequeños sollozos de la Vale.

—Titi, te amo. —repitió el Seba con firmeza.— No tienes que decirlo de vuelta, pero quiero que lo sepas.

Por un par de segundos todo que se escuchaba en la línea era la mezcla de sus respiraciones y los leves ronquidos del perro de la Vale. El Seba sonrió levemente al imaginar a la Vale sentada bajo la ventana de su pieza con su perro durmiendo junto a ella.

—No vengas hoy, no puedo verte. —susurro la Vale después de unos segundos.

Esas simples palabras hicieron que el corazón del Seba se apretara.

—Se me va a romper el corazón si te veo. —susurro la Vale y el Seba pudo notar en su voz como estaba en conflicto consigo misma.— Perdón.

Y tú me estás rompiendo el corazón ahora mismo, quiso decir el Seba.

—Bien. —se limitó a responder el Seba en un hilo de voz.— Espero tengas buen viaje.

Y sin dejarla responder él colgó la llamada para luego permitirle al llanto brotar y dejarle que le limpiara aquel corazón que se estaba rompiendo dentro de él.

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