❀ cuarenta y cinco ❀

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[narrado]

Caos. Todo se volvió un caos cuando apareció la Rita y la Scarleth, y fue aún peor cuando llego la familia de la Vale.

Todos los presentes querían la cabeza del Ignacio en bandeja. Maldecían su nombre y por varias mentes pasaron las ideas de ir a la casa del hueon a meterle un cornete.

Eran alrededor de las 2 de la mañana y les acababan de avisar que la Vale había sido trasladada a una habitación dónde la mantendrían en observación durante la madrugada.

También les dijeron que según el estado de la traquea de la Vale, no era la primera vez que había sido ahorcada de frente.

—Seba... —susurro la Rita sentándose junto a este y posando una de sus manos en la rodilla de él.

Él la miró de reojo y se limitó a soltar un sonido para que le siguiera hablando.

—¿Cómo estai? —dice mirándolo con cariño.— El Lucas me dijo que te desmayaste.

El Seba hizo una leve mueca y luego asintió.

—Ya estoy bien, me dieron una huea, porque se me había bajado la presión... —dice el Seba encogiéndose de hombros.

La Rita aprieta los labios y luego suelta un suspiro cansado.

—La mamá de la Vale dijo que podíamos irnos pa' su casa a dormir un rato y que nos traía mañana la hermana de la Vale en su camioneta. —dice suavemente la Rita como si el Seba fuera un niño chico.

—No quiero dejarla. —dice el Seba sintiendo seca la boca.

—Ya sé, boludito. —susurra la Rita arreglando levemente unos mechones del pelo del Seba.— Pero aquí no va a pasarle nada, el papá del Lucas la esta atendiendo personalmente y tiene a dos enfermeras rotando todo el rato...

El Seba alzó la vista y vió la preocupación en el rostro de la Rita, incluso pudo notar como ella estaba tratando de lucir más fuerte de lo que era.

—Tampoco quiero dejarla, pero...

—Vámonos. —la interrumpió el Seba.— Volvemos mañana temprano.

El Seba sentía esa necesidad de ver bien a la Rita, pero algo había cambiado. Hace unas horas atrás podría haber jurado que quería pololear con la Rita, pero ahora solo la veía como esa amiga cercana que ha sido a lo largo del año.

El Seba se levanto y acompaño a la Rita hasta dónde estaba la Scarleth, el Lucas y la hermana de la Vale.

El Lucas se acerco a ellos y abrazo a la Rita, mientras que esta se dejo llevar por la calidez que él le brindaba.

Por su parte, el Seba se descubrió a sí mismo añorando tener eso mismo, pero con la Vale.

—¿Nos vamos? —dice la hermana de la Vale, la Laura.

—Yo tengo que ir a dejar el auto a mi casa, pero nos vemos en la mañana. —dice el Lucas sacando las llaves de su bolsillo.

—¿Queris que vaya contigo, amor? —le susurra la Rita mirándolo de reojo.

—El Seba te necesita más que yo. —fue lo único que le dijo el Lucas a la Rita.

La mirada de ella viajo hasta el Seba y lo vió apoyado en la pared casi como si fuera un trapo tirado, la mirada del Seba estaba como pérdida y se notaba que apenas se mantenía en pie.

La Rita apretó sus labios levemente y asintió.

—Nos vemos en unas horas entonces... —dice la Rita estirándose para darle un beso al Lucas.

El Lucas le sonrío y afirmo con la cabeza.

Cuando ya estuvieron todos arriba del auto, el Seba dejo caer involuntariamente su cabeza sobre la de la Rita.

Estaba cansado física y emocionalmente, lo que se supone iba a ser un carrete piola había terminado en una noche que rondaría su cabeza como un fantasma por mucho tiempo.

Sin embargo, ahora mismo no quería pensar en ello, solo necesitaba saber que la Vale iba a estar bien, y después de eso hacer todo lo que estuviera a su alcance para ayudarla a salir de esa jaula de espinas que ella misma construyo alrededor de su relación con el Ignacio.

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