❀ cuarenta y dos ❀

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[narrado]

Sábado, 23:04 PM.

Tenía el agarre del Ignacio como un gancho que a penas la dejaba moverse. La Vale trataba de caminar por sí misma, pero a penas podía dar dos pasos sin sentir el tirón del Ignacio.

—Basta. —le gruñe el Ignacio con una pequeña sonrisa socarrona.

Al entrar al carrete el Ignacio le entrego las botellas a su amigo que los invito para que este se lo pasara a los cumpleañeros.

—¿Bailemos? —pregunta tímidamente la Vale acariciando el brazo del Ignacio cuando este ya estaba de vuelta sin las botellas.

Este le negó con la cabeza y la arrastro hacia dónde estaba la mesa con los tragos.

—Voy a bailar. —gruñó la Vale soltándose por fin del agarre del Ignacio.

El Ignacio la miro como si le hubiera faltado el respeto, como si hubiera realizado algún tipo de insolencia contra su persona.

—¿Sola? ¿Me estai hueveando?

La Vale le rodó los ojos y comenzó a alejarse, y sin darse cuenta ya estaba en la pista improvisada de baile.

Sin importarle la mirada furiosa del Ignacio comenzó a moverse al ritmo de la música.

—¡¿Vale?!

Se giro asustada pensando que era el Ignacio, pero para su sorpresa era el Lucas con una sonrisa divertida y el Seba junto a él.

—¡Hola! —soltó la Vale divertida.

Se saludaron rápidamente y luego salieron de la multitud que bailaba.

—¿Cómo estás? —le pregunto el Seba mirándola con cariño.

Y aunque hace tan solo unas horas había hablado con la Rita, sentía su pecho palpitar con fuerza cuando veía a la Vale frente a él.

—Bien. ¿Cómo llegaron aquí?

—El Seba conoce al Mati, uno de los cumpleañeros. —responde el Lucas sonriendo.— ¿Y tú?

—El Nacho me trajo. —responde encogiéndose de hombros.

De repente sintió un agarre y luego un jalón que la hizo alejarse abruptamente del Lucas y el Seba.

—¿Qué chucha? ¿Qué huea fue la que te dije? —el rostro furioso del Ignacio la miraba.

La Vale trato de liberarse de su agarre, pero el Ignacio simplemente comenzó a apretar más fuerte teniendo así en respuesta a la Vale quejándose fuertemente.

—No hagas un escándalo. —gruñó el Ignacio.

La Vale le miró aterrorizada y este comenzo a arrástrala hacia el patio trasero.

—Ignacio, para. —gimoteo la Vale forcejeando.

—Cállate.

Al estar fuera el Ignacio la soltó para luego comenzar a caminar de un lado a otro dándose tirones en el pelo.

—¿Me estai provocando? ¿Qué chucha queri?

—¿Provocarte? ¿Estai hueando?

El Ignacio se paro en seco y la miro con los ojos inyectados en sangre.

—¡Te vi con ese hueon, Vale! ¡¿Crei que estoy ciego?! ¡Se nota que queri que te culee!

La Vale abrió la boca sorprendida por la manera en que le estaba hablando.

—Cállate. —gimoteo la Vale sintiendo un nudo en su garganta.

El Ignacio totalmente furioso la agarro por el cuello y comenzó a apretar sin miramientos.

—Zorra. —le escupió a la Vale con su aliento bañado en pisco.— Eri mía, nadie más te va querer, nunca.

La Vale comenzó a sentir como le faltaba el aire, ya no sentía fuerzas para tratar de separarlo.

¿Es así como terminara todo?, se preguntó la Vale mientras sentía el aire abandonar sus pulmones.

—¡Suéltala conchetumare! —grito el Seba corriendo hacia el Ignacio con la rabia impregnada en su rostro.

Entonces la Vale se desvaneció cayendo al suelo como peso muerto.

El Ignacio no logró girarse por completo cuando ya el Seba lo había derribado separándole por completo de la Vale.

—¿Vale? —pregunto el Seba tratando de acercarse a ella.

El Ignacio lo agarro de un jalón y le metió un combo, el Seba cayó de espalada al suelo quedando con el Ignacio arriba pegándole combos.

El Seba lo tiro con una de sus piernas y le puso un rodillazo en la guata dejándolo sin aliento.

—¡Gabo! —gritaba la cumpleañera que había visto todo llegando al rescate de la Vale.— ¡Gabriel, por la cresta!

El Seba ignorando todo a su alrededor solo tenía la imagen del Ignacio ahorcando a la Vale grabada en su retina.

Era tanto así que apenas noto cuando su amigo, el Mati, los estaba separando.

El Mati le estaba gritando algo, pero en lo único que estaba trabajando su mente era dónde cresta se encontraba la Vale.

Miro al Lucas interrogante para que le explicara, este le indicó que la cumpleañera y otras minas se la habían llevado junto a otro hueon.

El Seba entro rápidamente, sin importarle nada, ni siquiera los gritos que le tiraba el Mati diciéndole que pa' dónde iba. En ese momento lo único en su mente eran los peores pensamientos que jamás había tenido.

Era el terror de haber visto a una Vale desvaneciéndose y cayendo como peso muerto, el horror del pensamiento de no verla abrir los ojos de nuevo.

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