Capítulo 27: Manos con sangre

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"Si cierro mis ojos aún puedo ver tu silueta en mi habitación en penumbras

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"Si cierro mis ojos aún puedo ver tu silueta en mi habitación en penumbras. Tu sonrisa se deja ver detrás de la cortina que se remueve con calma por el viento. Escucho tus pasos presurosos acercándose a mi cama. Tu contacto me hace estremecer, ansioso... entonces la magia se rompe y gana la realidad. Abro mis ojos y no estás"

Cuentos de la Muerte / R.W.

Me arrodillé lentamente frente a Leo, sin parpadear.

—Estás equivocado —En la voz determinante de Lyra había un matiz que delataba la conmoción en sus palabras. Ella también se acercó—. Tú no conoces a mamá, ¿Cómo sabes que era ella? —Leo miró un punto sobre mi frente.

—Se parece a la mujer de las fotografías —Señaló la pared del pasillo. Allí, papá aún conservaba la imagen de mamá colgada en cuadros. Mis manos comenzaron a temblar, intercambiamos una mirada con Lyra.

—¿La viste? —Pregunté con un nudo en la garganta y en el estómago—. ¿Te dijo que era ella?

—No, no dijo nada. Nunca me dice nada.

—¿Nunca? —Carraspeé—, eso quiere decir que no es la primera vez que la ves —Leo negó.

—Se parece a nuestra madre, pero es diferente.

—¿Por qué?

—Ella nos cuida, no nos abandona —El impacto de esas palabras me rompió.

Leo era un niño especial, y no lo decía simplemente porque él era mi hermano, realmente era especial y nunca fue un tema dentro de la familia. No había razón para serlo, tampoco. Me dediqué en cuerpo y alma para atender todas las demandas del trastorno, no quería que él se sintiera solo y cuando comenzó a comunicarse solo lo hacía a través de las dinámicas que su equipo disciplinario nos explicaba. Me ayudó demasiado a entender muchas de las actitudes de Leo. Siempre fue muy independiente y estructurado, y debía seguir aquellas pautas porque un solo descuido podía desencadenar una crisis en él. No toleraba con frecuencia el contacto con las personas, y a pesar de que no tuvo mayor conflicto en sus aprendizajes académicos, la interacción con los demás era algo que se daba de manera paulatina.

Todos nos ayudaron con Leo, Ewan, Kilian, Dolores, Mon (Aunque sintiera pánico de él), todos se integraron al mundo propio de mi hermano.

Algo que odiaba del trastorno era que lo hacía demasiado introvertido. Muchas veces ponía un muro que protegía sus emociones y no tenía como saber cuál era el problema que lo aquejaba.

Si había algo con lo que no podía interferir de manera directa en el instituto era cuando lo molestaban. Muchas veces quise cortar el cuello de los niños que molestaban a mi hermano solo por ser diferente, pero no podía. Habría querido encerrar a Leo en una burbuja para que nada lo tocara y nadie lo molestara, pero los juicios llegaban por más protegido que estuvieras.

La casa del bosque [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora