Capítulo 19: La libertad de la muerte

415 86 138
                                    

"¿Y si vieras de lo que soy capaz? Con la luna entre mis dedos el corazón se precipita en decisiones incorrectas, pero de aquellas que hacen felices

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"¿Y si vieras de lo que soy capaz? Con la luna entre mis dedos el corazón se precipita en decisiones incorrectas, pero de aquellas que hacen felices. Que regodean el alma con luz y paz y dicha. Como tus besos, que son fortuna mezclada con peligro. Como la vida, que se escapa y vuelve como las olas del mar. Que se enredan en mis dedos como tu cabello que adorna mi almohada... ¿Y si vieras de lo que soy capaz?"

Extracto del poema X del incógnito

Casi no podía sentir las ramas y la tierra bajo mis pies.

Estaba lloviendo y el viento soplaba con fuerza moviendo las hojas, pero eso no fue un impedimento para estar usando un vestido blanco sin mangas que se arrastraba con cada paso que daba sobre la hierba.

Estaba en el bosque, cerca del lago.

Me detuve para mirar en todas direcciones. La paz se esfumó, sentí el frío escocer mi piel, las ramitas me hicieron daño en los pies y la lluvia me empapó con rapidez.

Me abracé con fuerza sintiendo que la realidad la canalizaba como algo desconocido. El miedo me abrumó, agarré con fuerza el ruedo del vestido y alcancé a dar unos pasos cuando vi, un poco más allá, sentado sobre un tronco caído estaba él.

Mi salvación.

Con una sonrisa corrí hacia él, que, en cuanto me vio se quitó la chaqueta y la puso sobre mis hombros.

Estás congelada, ¿Qué estás haciendo aquí?

Necesitaba verte.

¿Sucede algo? —Entorné la mirada y algo confundida sonreí.

¿A caso debe suceder algo para que nos veamos? ­—Él negó divertido y se volvió a sentar en el tronco caído—. ¿No deberíamos ir a la casa? ¡Vamos a coger un resfrío si seguimos acá! —Él se encogió de hombros.

Me gusta —Cerró los ojos y alzó el mentón en dirección hacia el cielo lleno de nubes grises. Respiró profundamente, llenando sus pulmones de aire—. Es mágico este lugar. La vida parece detenerse cuando el bosque solo se dispone para nosotros.

¿Para nosotros? —Pregunté curiosa. Sonriendo me senté junto a él, ansiosa por una respuesta. Sin importar que la magia de la lluvia nos envolviera con tanta naturalidad.

¿No te das cuenta? —Finalmente él abrió los ojos y me miró—. Nos necesita. Somos especiales —Respondió con fervor. — Si estamos acá es porque todos nos han preparado para sacrificar nuestras almas —Torció la boca y por primera vez vi un gesto impropio en él. Desdén mezclado con un poco de ira se iba dibujando en sus bonitos ojos.

¿Sacrificar?

Sí —Asintió en un gesto de poca importancia—. Es un concepto muy básico y es que aquí las almas nunca trascienden. Mueren para permanecer aquí, entre los árboles, cautivos de la libertad de la muerte.

La casa del bosque [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora