Capítulo 38: ¡Esto saldrá muy mal, Milo!

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"Con palabras simples, te declaro el amor de mi vida

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"Con palabras simples, te declaro el amor de mi vida. En un conjunto de frases complicadas, le ruego al viento que siempre te guie hacia mí, le imploro a tu vida que decidas vivirla conmigo, le suplico a tu inconsciencia que me invente en tus sueños. Apelo a tu amor, que se enamoró de mí en un bosque solitario en medio de risas y besos, que arda cada noche y me despierte cada día"

Cartas a la Luna /R.W.

—¿Para dónde vas? —Pregunté confundida. Lyra se detuvo y me miró desconfiada.

—Papá ya me dio permiso —Contestó a la defensiva.

—Ya, ¿Y para donde llevas todas esas cosas? —Junto a la puerta había un rastrillo, una pala y en sus manos llevaba unas cuantas bolsitas con semillas que papá solía comprar.

—Papá me dejó ocupar todo.

—No estoy preguntando eso —Ya casi eran las tres de la tarde del día sábado. Cuatro días atrás salí del hospital y estaba con reposo, pero ya me sentía mucho mejor. El lunes retomaba las clases y lo único que quería, además de volver a ver a Ewan, era volver al instituto. Aún estaba en pijama, papá me obligó a permanecer acostada y las únicas visitas que recibí fue la de los Kirkwood, la de Dolores y la de Eva. Con Simone hablamos por video llamada y con Ewan a través de mensajes. Sin embargo, y muy a mi pesar la visita que extrañé fue la de Milo. Eva mencionó que estaba con mucho trabajo, pero que me enviaba saludos. Aunque me pareció extraño el tono que empleó cuando disculpó a su hermano. ¿Y si le estaba ocurriendo algo y no me quería decir?

—Iré a la casa del bosque, Milo y Eva trabajarán en su jardín y les ofrecí mi ayuda.

—¿Y tú desde cuándo sabes de plantas? —Se encogió de hombros.

—Sé mucho más de lo que piensas.

—¿Papá te dio permiso?

—Sí —Repuso cortante.

—¿Milo vendrá por ti?

—No, Abel pasará por mí y nos iremos juntos.

—Deja que me duche y los acompaño.

—Nooooo... —Dijo, alargando exageradamente la palabra.

—¿No qué? —Alcé una ceja.

—¡Ya vas a discutir con Milo!

—Claro que no —Repliqué ahora yo a la defensiva—. Somos amigos, ¿Sabes? —Lyra sonrió.

—Ni siquiera te esfuerces, Luna, eres pésima contando chistes.

—No estoy bromeando —Me apresuré en subir las escaleras y desde el segundo piso le grité—. ¡No te vayas sin mí!

 ¡No te vayas sin mí!

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La casa del bosque [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora