Capítulo 57: Último aliento

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"Después de tanta vida, solo nos queda la muerte"

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"Después de tanta vida, solo nos queda la muerte"

Cuentos de la muerte /R.W.

Ewan lo agarró con fuerza de las solapas de la chaqueta, furioso.

—Haré que te pudras en prisión...

—¿Qué demonios te pasa? ¡Es Milo! —exclamó Lyra golpeando a Ewan para que lo soltara. Yo la agarré de la cintura y la aparté.

—Ewan está haciendo su trabajo —dije con voz alta y clara, decidida a intervenir—. Este bastardo no es más que un maldito asesino —Lyra y Eva me miraron con incredulidad.

—¿Por qué dices eso? —soltó Eva con rabia.

—Estás detenido, se te acusa de tres homicidios y de falsificación de identidad —Ewan lo esposó y finalmente quedé frente a él. Ya no supe reconocer al hombre que me despertó hace tan solo unas pocas horas. Sus ojos parecían estar en una lucha constante que jamás vi, que jamás supe ver. La sonrisa siniestra desfiguró su rostro, ya no había dulzura. No había paz. Le pegué una cachetada con todas mis fuerzas y de la comisura de sus labios salió un hilo de sangre.

—Me das asco —espeté furiosa—. ¡Eres un maldito mentiroso! —no quería que mi voz se quebrara, pero me era imposible controlar todas las emociones. Milo escupió la sangre y me miró... mi corazón se aceleró con ese simple gesto, y mis lágrimas sucumbieron—. Me mentiste sobre tus padres, me mentiste sobre el centro de rehabilitación. Fuiste tú quién le dijo a Eleonor mi verdad ¡Siempre fuiste tú! —no hacía más que mirarme a los ojos y la rabia parecía crecer dentro de mí—. Te adueñaste de lo más íntimo, algo que solo me pertenecía a mí y lo divulgaste a la mujer que realmente amas —esbocé una sonrisa irónica, entendiendo que su juego era una red de mentiras—. Te confié mi vida, te confié mi familia y atacaste a mi padre... —la rabia recorrió cada onza de mi cuerpo y me impulsó a golpearlo, pero me detuve cuando Eva se interpuso.

—¡Ya déjalo! ¡Ya déjenlo! —abrazó a su hermano con fuerza y él hundió el rostro en su cuello—. ¡Mi hermano no le ha hecho nada a nadie!

—¡Es un maldito asesino! —exclamé y ella se giró, pero no soltó a Milo.

—¡No lo es! —miró a Ewan—. Pierdes el tiempo, porque mi hermano es inocente —lo agarró del brazo—. ¡Es veterinario! ¡Él salva vidas! —lloró —. Él es incapaz de matar a alguien... recogió a una gata del bosque —lloró desesperada—. No me quites lo único que tengo, por favor, poli.

—Eva —la llamó Milo—. Quédate con Abel, por favor —murmuró él.

—¡No! ¡Yo me quiero quedar contigo! ¡Yo te creo! ¡Tú eres inocente! ¡Hicimos una promesa y jamás nos vamos a separar!

—Nos tenemos que ir —insistió Ewan y Eva perdió el juicio.

—¡No! ¡Mi hermano es inocente! —gritó enloquecida.

La casa del bosque [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora