Un rato para los dos

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Nervios, ansias, miles de emociones arremolinándose, su corazón parecía que explotaría en cualquier momento pero no se trataba de una taquicardia y aun así su pulso no conseguía volver a su pulso normal. 

Tantos nervios que en total se probó cuatro atuendos diferentes para que terminara vistiendo unos jeans ajustados, unos botines, una camiseta blanca y sobre esta su inseparable chaqueta de cuero negra. En cuanto a su cabello no había hecho la gran cosa, con que se comportara era más que suficiente, no pediría demasiado a algo que no podía controlar. En la parte del transporte, no tuvo más remedio que pedirle por ese día a Steve su Harley Davidson prestada. 

Con lo esencialmente importante cubierto había partido a la casa de Helmut, esta vez como una visita deseada y vaya que era deseada, era esperada y ansiada su presencia. 

No espero demasiado afuera para que fuera recibido por Helmut tan resplandeciente e impecable como siempre, incluso con unos botines, jeans y una camiseta de cuadros que dejaba ver la camisa violeta, no era suficiente para opacar su magnificencia y la emoción que se desbordaba en su mirada. 

--¿Estas listo?

--Sinceramente nunca me había sentido tan listo.

Bucky se encargo de ponerle adecuadamente el casco de protección y finalmente subirse a la moto. 

--Sujétate fuerte.-- Al principio estaba sujetado de sus hombros, después de esperar el cambio del semáforo piso a fondo el acelerador, ocasionando que Zemo se aferrara desde la cintura de Barnes. 

Aunque había cierto grado de terror de caer de la motocicleta o tener un grave choque, la seguridad que le brindaba la sola compañía de Barnes y el viento chocando contra su cara también era liberador. 

Cuando la motocicleta se detuvo definitivamente estaban frente a un edificio en el que no había ningún letrero o indicio de indicar el tipo de lugar al que se adentraban, podía ser una residencia o un conjunto de locales pequeños, nada realmente ostentoso, tanto en el exterior como en el interior. 

Una pequeña recepción, un par de maquinas dispensadoras, un sofá viejo de cuero marrón que se descarapelaba de las esquinas y unas cuantas plantas que por su aspecto parecían requerir de agua y un poco de abono. 

--Buenas tardes.-- Bucky se acerco a la señorita de la recepción.-- Reservación para James Barnes.--La señorita tecleo el nombre en su computadora y en unos instantes ya tenia los resultados. 

--Por supuesto. Habitación número seis, segundo piso.-- Le extendió una tarjeta verde y le deseo un buen día. Zemo solo se mantenía en silencio observando cada una de sus acciones. 

--¿En que mundo una primera cita en un motel suena como una buena idea?-- El comentario ocasiono un agresivo sonrojo por todo el rostro de Bucky. 

--¡No es lo que piensas! Tu solo sígueme.-- 

Al llegar a la habitación indicada, paso la tarjeta por el lector, el cual les dio acceso a una habitación en la que se encontraba un mejor sillón que el que se encontraba en la recepción, una pequeña mesa ratona frente al sofá con unos cuantos controles y micrófonos, en la pared estaba una televisión empotrada que mostraba un menú en el que se mostraban diferentes géneros y diferentes artistas  musicales. 

--No puedo creerlo.-- Ahora Zemo se sonrojaba por su comentario, solo le quedaba aguantar la risa mientras mantenía su vista en Bucky que había comenzado a toquetear el artefacto en busca de una canción y juguetear con el micrófono entre sus manos. 

Yo te quiero enseñar 
este mundo esplendido 
ven princesa y deja a tu corazón soñar 
yo te puedo mostrar cosas maravillosas, 
con la magia de mi alfombra vamos a volar 

--Vamos Zemo, canta conmigo.-- Aunque estaba cerca de cumplir la mayoría de edad, con esa actitud y esa sonrisa parecía que estaba frente  a un niño de no más de cinco años. 

Un mundo ideal, será fantástico encontrar 
nadie que diga no, o a donde ir, a aquellos que se aman. 

Arrepentirse de los sentimientos respecto a ese chico que estaba frente de él... quizás era muy tarde para volver a tras pero así estaba bien, quería llegar hasta el final. 

Tomo uno de los micrófonos en la mesa y siguió en la siguiente línea. 

Un mundo ideal, 
tan deslumbrante y nuevo 
donde ya vi el subir, con claridad, que ahora en un mundo ideal estoy... (ahora en un mundo ideal estoy...)

Fabulosa visión, sentimiento divino, baja y sube y vuela hacia celestial región... 
un mundo ideal 
allí mil cosas voy a ver 
soy como azul estrella que se va y nunca será igual ya otra vez...  

un mundo ideal 
un horizonte nuevo abrir 

Hay que seguir sin fin, hasta el confín, juntos en un mundo ideal tu y yo
un mundo ideal (que compartir) 
que alcanzar (que contemplar) 

tu junto a mi... 

Y una canción se volvió en dos y dos en tres, hasta que perdieron la cuenta. El cuarto lleno de voces cantando alegremente y riendo de sus interpretaciones exageradas a propósito para causar la risa del contrario que terminaba siendo contagiada al otro. 

Al salir del establecimiento los astros y las luces en los faroles de las calles daban paso a la vida nocturna de la ciudad de Nueva York, pero desde la vista de Bucky ninguna era tan brillante o resplandeciente como lo eran los ojos de Helmut cuando veía atreves de su mirada. Sin embargo, había algo diferente a las otras veces y creaban el revoltijo en su interior pero fuera de abrumarlo como lo hacia en un principio, este sentimiento lo llenaba de fuerza. Era el tipo de fuerza que te hace capaz de realizar lo inimaginable, aquello que volvía posible lo imposible. De tal manera que era comparada con la voluntad del ser humano, tan poderosa y presente en cada uno de ellos, comparado con el deseo y el egoísmo, que a diferencia de estos se destacaba como el mero instinto de supervivencia. 

Era el tipo de instinto que trascendía más allá de su voluntad que decidió actuar al estar fuera del hogar del menor. Tal vez fue la serotonina en su sistema gracias a los momentos compartidos con Zemo, tal vez fue que se atrevió a mantener su vista más tiempo del debido en sus labios que posiblemente estaban agradeciéndole por la cita y el paseo en la motocicleta, o quizás era algo relacionado con la obra sobre que se mantuviera repasando el guion o ejercicios de respiración, cualquier cosa de la que estuviera hablando no podía sacarlo de esa atmosfera creada entre ellos. 

Su instinto de supervivencia había hablado. Y cuando reacciono sus labios estaban teniendo un suave encuentro con los labios de Zemo. 









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Si pudieras regresar en el tiempo, ¿A cuando volverías? 

THE MUSICALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora