El Corazón Que No Late - Phoenix Wright Ace Attorney +18

8. Latidos

(28 de septiembre, 8:10 PM, supermercado.)

Phoenix no se lo podía creer; después de tantos años, tanta especulación, tanto miedo, ella estaba ahí, en frente suyo; con la mirada tan atónita como la de él.

-E-Ey... Hola, Franziska... -dijo Phoenix con algo de miedo en su voz.

-Hola... -dijo aún sorprendida. -Ha... Ha pasado un tiempo... -desvió la mirada.

-Sí... bastante.

Ella vestía con una chaqueta roja y debajo una blusa negra, traía un bolso negro con su látigo visiblemente enrollado; se veía un poco más alta, pero su rostro y su cabello azul claro seguían totalmente iguales.

La sorpresa de Phoenix era tal que su mente se puso en blanco. De pronto, comienza a sentir los latidos de su corazón en su pecho, él no se dio cuenta pero su pulso estaba subiendo.

(Vamos Phoenix, ¡di algo!)

-Que... ¿Qué haces aquí? -dijo a duras penas.

-Yo... vine por unas esponjas y...

-En realidad... -le interrumpió Phoenix algo apenado. -Me refiero a "aquí"... en L. A.

-Sí, sí, ya... ya lo sabía. -dijo intentando no parecer nerviosa.

Phoenix también se estaba sintiendo algo nervioso. Notó como Franziska tomó algo de aire luego de su aclaración, a lo que no supo cómo sentirse.

-Vine a América unos meses para ayudar a Miles Edgeworth. -dijo sin poder mirar a Phoenix a los ojos más de dos segundos.

-¡Oh! ¿Para su boda?

-¿Para qué más si no? -dijo con una media sonrisa.

-Ya veo, ya... -dijo Phoenix nervioso.

(¡¿Y ahora qué digo?!)

De pronto hubo un leve pero incómodo silencio, a ambos les costaba decir algo.

-Me imagino que te invitó Edgeworth. -dijo por fin.

-No exactamente... Fue Rhoda, su novia. -le aclaró.

-Comprendo. -dijo con una sonrisa tímida.

De nuevo, otro silencio incómodo. Se podía notar cierta tensión y miedo en el ambiente, ambos lo sentían, estaba muy presente.

(Dios... ¡¿Qué digo?!)

-Bien... Ah... -gesticuló un poco Franziska. -Supongo que las esponjas son tuyas.

Phoenix se sorprende un poco.

-¡Ah! Puedes quedártelas, yo no... -las ofreció.

-¡No, no! Tú las ganaste...

-Es que tampoco me urgen... -insistió Phoenix.

-Ah... E-Está bien. -dijo algo agitada por la confusión.

Sin decir mucho, Phoenix le entregó el paquete de esponjas; de puro milagro no estaba sudando. Franziska las tomó con un cuidado desmedido, como si fuera de vidrio. Luego de esto, ella dio media vuelta y se le quedó viendo un momento a su carrito de compras, a lo que Phoenix entendió como que se estaba yendo.

(Oh, no... ¿Se va...? ¿Esto es todo? Que no sea como con...)

De pronto, Franziska lo mira con una expresión un tanto más tranquila.

-¿Quieres... un café? -le preguntó por fin con una media sonrisa.

Era mucha la sorpresa, el pulso de Phoenix seguía en alto pero esa simple pregunta, de alguna forma, le hizo sentir más tranquilo.