I miss you.

652 141 13
                                    


— Yuyu. Yuyu despierta, te quedaste dormido. — Insistió alguien.

Esa voz insistente estaba haciendo que el rubio comenzara abrir sus ojos de forma perezosa. Sentía algo de frío, pero aún quería seguir tumbado en donde sea que estaba, no tenía ánimos de moverse después de haber estado en aquel lugar.

Podía oír que era llamado por aquel apodo que Mitsuya le había dicho hace poco, y si lo pensaba bien, era poco probable que el platinado estuviera ahí llamándolo, entonces...

—¡Yuyu arriba! — Gritó, nuevamente, alguien desconocido.

Parpadeó un par de veces buscando de dónde provenía el sonido, creyendo vagamente haber visto a Keisuke.

¿Ese era Baji? ¿Estaba viendo bien?

— ¡BAJI-SAN! — Gritó emocionado, cosa que no le duró mucho.

Mierda, aquella voz, esa silueta, Baji estaba allí, su amigo estaba... ¿dónde estaba?

Ah sí, su amigo estaba enterrado.

Una amarga risa había escapado de aquellos labios resecos, golpeándose mentalmente por haber buscado desesperadamente a alguien que ya no estaba en ese plano astral, cualquiera que hubiese estado viéndole pensaría que estaba loco.

El pensamiento de que alguien creyera que le faltaban algunas tuercas causó que riera con muchas ganas, una risa genuina después de tanto tiempo.

— Baji-san no puedo culpar a la gente si creyera que perdí la cabeza, honestamente lo he hecho — declaró sonriente el chico —, pero lo hice contigo. ¿No es gracioso? Solíamos hacer estas cosas todo el tiempo. Solía ser gracioso hacerle creer a los demás que algo iba mal con nosotros, sus caras simplemente no tenían precio.

La risa comenzó a apagarse poco a poco, dando paso a las lágrimas y a los hipidos que desprendía aquel pequeño cuerpo. El llanto era desolador, sus manos temblaban frenéticamente y el grito desgarrador que salió desde lo más profundo de su ser asustó a las pocas aves que se encontraban por el perímetro.

Chifuyu estaba sufriendo un ataque de ansiedad y no había nadie para darle un abrazo, palabras de aliento o simplemente una mano que acaricie su espalda y le diga que todo iba a estar bien.

Hubo un tiempo que sí existió alguien, es lamentable que ahora haya que hablar en pasado.

Tomó como pudo el papel arrugado que estaba en uno de sus bolsillos y comenzó a leer, quería calmarse de alguna forma.

En algún lugar, Baji-san en algún lugar he escuchado que vivimos en 100 vidas diferentes al mismo tiempo y, mierda no sé si sea verdad, pero quiero creer que sí.

Se trababa y los hipidos no le ayudaban, las palabras salían atropelladas y entrecortadas, pero tenía que terminar de decir aquello, tenía que leer aquella carta. Nadie lo iba hacer por él. Hablar nunca había sido tan difícil como en ese momento.

Espero que seas feliz en las otras 99 vidas en las que estés existiendo y le ruego a quién sea que exista, estar en esas 99 vidas a tu lado, y de no estarlo, espero que ese "yo" te esté buscando.

Cualquiera de las dos opciones para mí es suficiente si paso mis vidas contigo, Baji-san. Me aferro a la existencia de más vidas porque es lo único que me queda para saber que no estoy solo.

Respiró hondo, muy hondo, y se obligó a si mismo a calmar aquellos espasmos que le molestaban, quería hablar sin tartamudear, las palabras tenían que salir claras porque temía no ser entendido si es que lo escuchaba.

Estoy aprendiendo a tocar la guitarra, cuando me aprenda alguna canción sin confundirme vendré a tocarla frente a ti. Aún recuerdo que me decías que te gustaba oírme rasgar las cuerdas aleatoriamente.

Ahora quiero que te guste oírme tocar el instrumento de forma adecuada para ti.

Baji-san, te extraño.

Por ese día, Matsuno Chifuyu dejó el cementerio, sus emociones y justo en la lápida de Keisuke Baji, un pote de yakisoba a medio comer.

Estaba dejando la mitad de sí mismo con su mejor amigo. 

Dear Keisuke: I still love you. [BajiFuyu] |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora