Las pisadas en aquel lugar estaban cargadas de dudas, miedos e incertidumbre. ¿Por qué estaba ahí? Ni siquiera estaba seguro de si era bien recibido; tan perseguido por sus pensamientos estaba que incluso llegó a creer que espíritus amigos de aquel chico lo juzgaban.
Que patético pensar aquello, se regañó mentalmente. Era casi como ir a la iglesia y creer que los santos colgados allí te observaban fijamente, transmitiendo su pesar por tus pecados.
Sus pies seguían en movimiento de forma automática, él ni siquiera estaba pensando en eso porque ocupaba su voz interior para responderse a sí mismo, tampoco se percató de que estaba frente a la tumba de su amigo, tan limpia y pulcra como le han hecho saber.
Aún asustado, el chico hizo una reverencia por respeto. Y porque se lo debía.
— Oi, Baji. Es raro estar aquí, han pasado años. ¿14, quizás? — Rascó su mentón ante aquella pregunta, como si realmente estuviera sacando cuentas. — Si por alguna casualidad te preguntas qué hago aquí, diré que son dos razones.
El chico de ojos color arena tomó asiento frente a su amigo, con sus piernas cruzadas cual nene chico. Se estaba preparando mentalmente para aquello porque, honestamente, no sabía cuál razón dar primero. Era como si la culpa nuevamente golpeara su pecho, una intrusa que tardó años en echar pero que, en ese momento, sentado allí, volvía a aparecer.
— Hiciste muchas cosas por mí, Keisuke. Golpeaste a chicos mayores porque me estaban molestando, me enseñaste lo que era la amistad realmente e incluso me presentaste a tus amigos. – Su vista se dirigió al cielo.
Dirigió sus manos a su bolsillo derecho, sacando una cajetilla de cigarros para poder fumar uno. Cumplido su objetivo con aquel tubo blanco, siguió hablando mientras expulsaba el humo por su nariz.
— Cuando pasó lo de Mikey, la moto y Shinichiro pudiste haber huido, incluso podías haberme echado la culpa y decir que entraste a socorrerlo; en cambio me abrazaste y dijiste que todo iba a estar bien, te entregaste conmigo y cumpliste una condena que no merecías.
Kazutora dejó salir humo de su boca, tomándose unos segundos para recomponerse. Eran muchos sentimientos por segundo y no entendía como Chifuyu podía hacer esto todos los días. En ese momento entendió por qué estaban tan unidos, incluso si ninguno hablaba ellos se iban a entender.
— Sabiendo todo eso jamás vine a verte, ni un solo día desde hace 14 años. No lo sé, quizás fue la culpa la que me empujaba lejos de este lugar o el hecho de que me parecía una falta de respeto hacia Chifuyu. — El pelilargo masajeó sus sienes en busca de las palabras correctas.
De su bolsillo había sacado un trozo de papel arrugado, si no anotaba todo lo que tenía que decir o incluso comprar, podía olvidarse a los pocos minutos y no había ido hasta allí sólo a decir sus errores o buscar un perdón que no iba a llegarle.
Baji estaba muerto y los muertos no perdonan.
— Suena a una excusa barata que encontré en internet, no te culpo si no me crees, pero ya voy a tener más tiempo de venir a hablar sobre mí y mi estupidez, por ahora tengo otro mensaje que darte, agárrate los pantalones.
Apagó su cigarrillo y lo dejó a un costado de su cuerpo, luego lo tomaría para desecharlo por algún bote de basura, por ahora su única prioridad era leer aquel papel. Se aclaró un poco la garganta y prosiguió.
— Tengo que decirte, antes que nada, que no es una carta de Chifuyu. Sé que hace 2 años no viene a verte, pero hemos hablado desde entonces. Vine sobre todo a hablarte de él, Baji. — Rascó un poco su cuello, nervioso.
¿Estaba bien que él hablara de eso? Matsuno nunca le dio indicios de querer que Baji supiera todo lo que estaba pasando en su vida, incluso si él mismo sentía que debía contarle todo aquello, no tenía un permiso explícitamente otorgado.
— Se mudó a Canadá con Manjiro un día después de leer la carta que dejaste para él, y no voy a mentirte, no sé qué traía con Mikey, únicamente sé que armaron sus maletas y partieron sin mirar atrás. Desconozco las razones y tampoco las pregunté, es algo íntimo de él y no me veo con el derecho de hurgar en su herida. — Había cierto tono de reproche en su voz.
Kazutora buscaba tiempo distrayéndose con lo más banal, no sabía cómo armar las oraciones que quería decir sin omitir detalles importantes.
— Oh, el grupo está algo disperso, ya sabes, relaciones y casamientos por aquí y por allá, algunos con bendiciones y otros muy enfocados en su trabajo. Pero todo en orden, confía en mí. — Levantó su pulgar en forma de confirmación como si fuese visto por el otro chico. — Hicimos un grupo por whatsapp, y esto es agregado mío: whatsapp es una aplicación para móviles donde puedes mensajear con muchas personas a la vez, te fuiste antes así que me veo en la obligación de explicarte para poder seguir.
Hanemiya parecía un tren luego de prender un segundo cigarro, los nervios lo comían vivo y no sabía la razón. ¡Su amigo estaba muerto! ¿Quién lo iba a juzgar, las palomas que se encontraban cerca? Francamente sentía que contarle aquello podría herir a un maldito fantasma.
— Draken y Emma tuvieron un niño hace un año, Hinata y Takemichi están esperando una niña que creo nace en unos meses. Hakkai es modelo así que no está mucho en el país y Mitsuya está siendo reconocido entre las marcas de ropa, las mejores del mundo lo quieren como diseñador. — Expulsó el humo de su boca y se preparó mentalmente para lo siguiente.
¿Estaba bien si lo decía él? ¿Baji sentiría culpa si pudiese? En ese momento estaría encantado de tener alguna pequeña señal que le diga si puede hablar sobre eso o no.
— Chifuyu es dueño de su propia tienda de mascotas, lleva el mismo nombre que la que abrimos juntos, es básicamente como una franquicia para animales. — Bromeó.
El cielo libre de nubes dejaba ver un color celeste claro, uno que podía transmitir paz y claridad a cualquier persona. Menos a Hanemiya, que si pudiera se comería las uñas y dedos.
— Apenas dejó Japón, unos pocos días después nos dijo que pudo abrir una tienda allí, Manjiro por otro lado era instructor de judo, así que por unos meses Fuyu trabajó solo. La tienda de aquí todavía funciona, estoy a cargo y contrate a algún adolescente desesperado por dinero. — Rascó un poco incómodo su nuca. — Yo estoy intentando algo con Yuzuha, no sé a dónde vayamos, pero no voy a morir con intentar.
Chistes de muerte, sus favoritos. Su único consuelo cruel ante la pérdida de alguien preciado.
— Te voy a contar un secreto, y es secreto a voces entre la ex ToMan. La madre de Matsuno se mudó con tu madre. A Fuyu le daba pesar irse y dejarla sola, y como las dos se hicieron muy amigas con el tiempo, a nadie le pareció raro que terminen viviendo juntas. — Guardó aquel papel de nuevo en el bolsillo de su chaqueta y alzó la colilla que había dejado a un lado.
Era hora de irse por ese día, había hablado más de lo esperado y posiblemente si en un futuro Chifuyu quisiera volver, también querría contarle cosas de su vida.
— Así que Chifuyu pensó en ti incluso estando lastimado. Tú realmente eras un idiota. Tu madre no va a estar sola nunca mientras tu persona favorita viva. — Acusó juguetón.
Por ese día, el chico de ojos claros abandonó el cementerio prometiendo volver al día siguiente, o el que encuentre libre.
Abandonó el recinto con el corazón en la boca, soltando blasfemias sobre todo ente existente y por existir.
Si tan solo una persona pudiera ver fantasmas, entonces diría que pudo ver a Baji Keisuke llorar.

ESTÁS LEYENDO
Dear Keisuke: I still love you. [BajiFuyu] |
FanfictionDonde Matsuno Chifuyu le lee cartas a su alma gemela, Keisuke Baji. Aclaraciones: hay spoilers del manga, algunas otras cosas serán inventadas y sobre todo CONTIENE ANGST. Se tocan temas sobre la muerte, el suicidio, depresión y dependencias no sana...