Capítulo 15

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¿Cómo habíamos terminamos diez personas en el pasillo de la sala de emergencias en un hospital a las cuatro de la madrugada?

Aún no lo sé.

Unas cuantas horas antes...

Juro que mataré a mi padre, lo juro.

Golpeo mi cabeza reiteradas veces contra la pared frente a mí. Escuchando la voz de mi progenitor entrecortada en la llamada, se llegan a oír varias voces de fondo.

—¿Qué carajos me dijiste que hiciste?

—Ya te eh dicho que no fue a propósito, no es para que te enojes.

—Claro, no es para que me enoje, ¡Casi terminas por incendiar toda la jodida casa!

Se oye la pequeña voz de Robin, riéndose desde el fondo. Él suspira forzadamente, sabe que yo tengo razón, la mayoría de las veces no la tengo pero en esta es la excepción.

—No fue a propósito, cariño, solo intentábamos probar la caña de pescar con Robin y...

—¡Ahora me dirás que fue culpa de Robin! ¿Quién de los dos es el adulto responsable, Bob?

—Bueno, sí, sí, ya entendí. Pero no es mi culpa que la caña de pescar haya ido a parar con esas cosas... eso... donde se maneja la luz que no sé como diablos se llama.

El murmullo de mi hermano se oye de fondo.

>>Los paneles de electricidad de la casa. ¡Y como iba a saber que eso explotaría!

Masajeo mis sienes, tratando de calmarme. No me molesta el hecho de que casi prende fuego la casa, un error lo tiene cualquiera, lo que de verdad me molesta es donde nos tendremos que instalar momentáneamente.

—¿Y por qué tenemos que desalojar la casa?

—Porque no tendremos luz durante el tiempo que conlleve arreglarlo y esta la probabilidad de que si presionamos un interruptor de la luz, exploten todos.

—Pero... pero... ¿quemaron todo el sistema de la casa?

Se limitó a responder con la verdad.

—Sí.

Jodeeer.

—¿No nos podemos quedar en casa igual y tener precaución?

Se escucha un forcejeo del otro lado de la línea.

—La ley de Milo Murphy dice que si algo puede salir mal, saldrá mal —Recita mi padre, seguramente Robin esté diciéndole eso en lengua de señas.

—¿Por qué no vamos de la tía Cass?

—Su mejor amiga está allí junto con sus dos hijos y no tiene espacio.

—¿Y la abuela Lidia?

—Está enferma.

¿Por qué diablos todos estaban ocupados justo ahora?

>>Cariño, es solo por esta noche, creo. —Suspiró— Es mi amigo de toda la vida y nos ofreció su humilde casa.

—¿Y si vamos a un hotel?—hablé esperanzada.

—Tú sabes perfectamente que no me gustan esos lugares, quién sabe quien durmió en esas mantas o quien utilizó esos baños o...

—Bien, bien, ya entendí.

—Pero mírale el lado positivo, ya estás allí así que te ahorraste un viaje.

Fruncí el seño.
—No te atrevas intentar verle lo positivo a este asunto. Nos vemos dentro de un rato, papá —y sin esperar respuesta de su parte, colgué.

Un encuentro casual [PAUSADA MOMENTÁNEAMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora