Capítulo 25

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En el día de mi cumpleaños Evan decidió enviarme un hermoso mensaje diciéndome feliz cumpleaños junto con una invitación a su partido de Fútbol Americano para mí y para Aidan, como había dicho aquella vez en la cafetería. Siendo del todo sincera, ya me había olvidado por completo de aquello entre tantas cosas ocurridas.

Fuimos al partido y fue algo increíble, hacía mucho tiempo que no iba a ver un partido, gritar, emocionarme por un deporte que me gusta pero que a su vez no jugaría nunca en mi vida es una sensación muy agradable.

Albert vino con nosotros. Quiso saludar a Evan ya que ellos también fueron muy amigos en su tiempo. El jugador no pudo haber estado más feliz.

En conclusión, fue un día maravilloso.

En realidad, los últimos días que estuve viviendo fueron increíbles.

Amaba aquella paz.

El día de hoy, después de tantas súplicas de parte de mi padre y de mi escasa familia, celebré mi cumpleaños. Con alguno que otro invitado como Emma, Jojo, Aidan, Ethan, Luna y los padres de estos últimos tres. También Invité también a cierta peliblanca, pero estaba terriblemente enferma por lo ocurrido unos días atrás bajo la lluvia, quería meter mi cabeza entro de un hoyo, Ludmi siempre era propensa a resfriarse rápido por alguna extraña razón, y fue la primera en no dudar en ir bajo la lluvia.

Joder como la amaba.

Y me olvidaba de un nuevo invitado, un Golden, llamado... Firulais.

Parece broma pero no lo es.

—Es un nombre algo... repetitivo —comenté viendo a la pequeña Luna corriendo por mi jardín trasero junto con su perrito, Firulais.

—Lo sé, la pequeña lo eligió. Y de nuevo, lo siento por haberlo traído, pero ella dijo que no se iría de casa sin él. Lloró alrededor quince minutos enteros —masculló.

—Pensé que tu familia era más de gatos.

—Sí, pero hacía tiempo que la pequeña quería un perrito y Lucas... Lucas simplemente no puede negarse mucho a los ojos de cachorrito de su hermosa hija.

Se oye el griterío de mi abuela de fondo.

—Robin, cariño, ya te dije que de lejos no veo un carajo. Y como no quieres gritar, porque además de vieja, estoy sorda. Así que acércate y repíteme lo que acabas de decir.

—Abuela —la observo— no estás sorda.

Entrecierra los ojos en mi dirección.

—No te hagas la chistosita conmigo, es una forma de decir. No le entiendo nada porque habla muy bajo.

—No habla muy bajo, tú vives gritando, que es otro tema.

—Ya te quisieras ver tú así a los ochenta y cinco años.

—Claro abuela, claro.

—Tu abuela me cae bien —me dice Ethan, masticando un bocado de galleta—, es vivaz para su edad.

—Oye niño, que te escucho.

— ¿No que te costaba oír? —le pregunta mi padre hacia su madre.

—Es que si hablan de mí me zumban los oídos, hijo mío, es algo que me supera.

—Sí, sí, mamá, como digas.

En esos instantes, Jonah y Emma entran a la habitación tomados de la mano. Mi abuela, que durante varios años ha estado shipeándolos, sí, porque ella hasta imaginaba de qué color sería el cabello de sus futuros bebés y todo, no se perdió de este detalle.

Un encuentro casual [PAUSADA MOMENTÁNEAMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora