Capítulo 19

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¿Cuántas probabilidades existen en toda la faz de la tierra para que te encuentres con tu ex en una cafetería? ¿Y cuantas más probabilidades existen para que te ofreciera almorzar con él? ¿Y para que aceptes?

Bueno, la respuesta es muy sencilla. Pocas. Muy pocas posibilidades.

Pero hemos aquí. En un silencio extremadamente incómodo y tenso.

—¿Y... —carraspea— que tal la escuela?

—Bien, ¿y tú? —bebo el último sorbo de mi café, entre el nerviosismo y el hambre ya me lo acabé.

—Bien, bien, genial. Ayer aprobé un examen de Literatura... eh, así que bien, genial.

Y aquí yo me pregunto ¿por qué diablos me invitó y por que acepte?

Por mensa.

>>Estás... diferente.

Ladeo mi cabeza, sin entender.

—¿Diferente?

—En el buen sentido.

—Con el cabello más largo, ¿quizás?

Sonríe de lado.

—Tal vez, seguramente sea eso.

—Si te sirve de consuelo, tú también te ves diferente. Ambos crecimos, cambiamos.

Sin duda sucedió eso. En lo físico, recuerdo que la última vez que lo vi, hace alrededor de un año, era alto, y ahora lo es más, no sé si es porque creció mucho o porque yo no he crecido absolutamente nada. Tiene el cabello rubio más largo de lo que recordaba y también más musculatura.

>>¿Sigues practicando Fútbol Americano? —pregunté sin poder contenerme.

Se rascó la nuca. Sus ojos celestes claros centellaron con un brillo especial.

—Sí, es más, dentro de unas semanas jugaremos un partido e irá un patrocinador de la universidad de la que tanto te hablé hace un tiempo, no sé si lo recuerdas...

—¿Cómo olvidarlo? Siempre anhelaste ir a la universidad número uno del país de fútbol americano —recito sus palabras.

—Si bueno —ríe— el patrocinador dará una beca.

Me atraganto con mi café cuando está pasando por mi garganta. Toso, tratando de alivianara el dolor.

—¡No me jodas! —exclamo, emocionada.

No puedo evitar estar emocionada. No cuando él me relató lo demasiado que ama este deporte, con la devoción que sentía hacia ciertos jugadores que admiraba o con la emoción en la que me contaba grandes tácticas para el campo.

—No te ilusiones tanto, Lili. Hay miles de chicos buscando la misma posibilidad que yo, las posibilidades que consiga la beca serían...

—Cállate. Si vas con esa mentalidad al partido te irá fatal. Recuerda la ley de atracción.

—¿Tú crees en eso? —me sonríe.

—Nunca se sabe, querido Evan, la vida es impredecible.

—Genial, ahora te has vuelto filósofa.

Una carcajada salió de mi boca de la nada, tomándolo desprevenido. Volvió a sonreír, mostrando sus dientes en el proceso

>>Tal vez, si así lo deseas, podrías ir... no lo sé, a alentarme.

Me detuve un minuto a asimilar sus palabras.

Joder.

Cierro los ojos, tratando de pensar como decir las palabras correctas.

Un encuentro casual [PAUSADA MOMENTÁNEAMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora