Capítulo 21

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—Bien, tendrán tres reglas, tres —para afirmar aún más su punto, mi padre levanta sus dedos—. La primera, no agujerear mis preciadas cortinas, sábanas, ni absolutamente ninguna tela de esta casa —fulminó con la mirada a Tyler, Ryler y Ludmila, quienes le daban unas sonrisitas de angelitos—. Segunda norma, sé que ninguna de las personas que conozco haría nada libidinoso bajo este techo. Pero ustedes, niñatos desconocidos, no me fío de vosotros; así que esta norma consta de que ninguna de las personas de aquí, de todos los sexos contrarios o iguales, permanecerá en una habitación por más de dos minutos, no necesito en mi cargo de conciencia que alguno se desflore o utilice el ganso por primera vez o ningún posible embarazo...

—Papá —mascullé, avergonzada.

Oí unas risas de fondo.

—¡Los adolescentes son puras hormonas! —exclamó—. Y se los digo yo que también fui adolescente. Así que nada de "los siete minutos en el cielo", retos de encerrarse en una habitación para luego terminar enrollándose, ni... ni todos esos juegos. Bien, tercera y última regla, no, mejor ruego, no destruyan mi casa, por favor, le tengo mucho aprecio. Y regla número cuatro...

—¿No dijiste que eran tres reglas?

—Sigan las otras reglas.

—Bien, pa' —le di un leve empujoncito hacia fuera del umbral de casa—, aunque la mayoría de veces me comporte como una niña soy bastante responsable.

—Lo sé cariño, además sabes que tengo mucha confianza en ti. Pero te juro que no me esperaba que para tu cumpleaños hayas querido hacer una pijamada... con todos tus amigos...

Bueno.... La verdad cuando lo pensé me pareció una de las ideas más maravillosas que se me habían ocurrido. Luego, cuando me lo plantee mejor esta mañana, ya no me parecía tan buena idea. Adolescentes, hormonas, sin supervisión adulta y durante la noche, digamos... que no se me vienen a la cabeza buenos resultados. Pero ya había enviado las invitaciones y tampoco quería cancelar a último momentos y sobre todo quería pasar mi cumpleaños número dieciocho con las personas que les tenía a precio.

Aquí la pregunta es si terminará terriblemente bien o terriblemente mal.

—Gracias papá, por todo... no creo que cualquier padre dejaría su casa a merced de trece...

Colocó sus manos en mis hombros.

—No lo digas porque juro que me arrepentiré.

—Vale, vale —me reí y saludé al pequeño rubio arriba del auto—, entonces, nos veremos mañana.

—Sí, no puedo creer que mi niñita hermosa se hará mayor de edad luego de las doce, esto me recuerda a cenicienta —suspiró—, en fin, no retrasaré más el momento.

Me dio un beso sonoro en mi mejilla antes de subirse a al auto y arrancar. Ambos irían a la casa de mi abuela, Lidia, ya mañana nos reuniríamos toda la familia para celebrar mi cumpleaños. Pero ahora... me giré en dirección hacia la puerta de mi casa y... ya encontré la descripción del caos y la masacre dentro de ella.

Madre mía, ya empiezo a expresarme igual que Aidan.

Tyler y Ryler se encontraban rebuscando entre las alacenas algo, comida, seguramente. Ludmila... ¿cómo diablos consiguió la pistola de juguete de Robin? ¿Y por qué está intentando dispararle al dúo mientras ponen patas para arriba mi cocina? Quinn, le gritaba a la peliblanca que parara de lanzar balas de juguetes. Jonah estaba... ¡jugando al maldito Mario Kart en mi consola! Emma, por su parte, apoyaba al pelirrojo con bastante entusiasmo. Y Ava, se había sentado sobre la barra de la cocina mientras comía una manzana.

Un encuentro casual [PAUSADA MOMENTÁNEAMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora