Capítulo 08. •Despedida•

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Le dediqué una ojeada de despedida a aquel pedazo de habitación húmeda y transité hasta la puerta. Un ligero aire de nostalgia intentaba adueñarse de mis emociones. La estadía dentro de esas cuatro paredes fue corta, pero el lugar bien me acogió, llegué a sentirme seguro y alejado de las preocupaciones, al menos por un tiempo, mas era un adiós definitivo, mi recorrido me guiaba a nuevos lares. Eva me aguardaba por mí.
Apenas unos minutos atrás había logrado escuchar su voz, un sonido hermoso para mis oídos. El tiempo de comunicación no dio para mucho, pero entre nervios y nostalgia tuve el consuelo de saber que se encontraba a salvo y protegida.

Anduve con paso ligero por las inmediaciones. No existía aplaco en el corazón de los Corredores quienes en el deber de deshacerse de toda pista de su existencia quemaban con aflicción aquellos haberes que no podían llevar consigo, dejando una historia entre cenizas.
La noticia de Eva era lo único que protegía a mi alma de tanta desolación.

La repentina claridad me golpeó sin piedad las pupilas mientras desfilaba por la salida trasera. Era la primera vez que ponía un pie en los jardines. Me sentí deslumbrado ante tanto colorido. El sol se perdía entre las nubes, creando toda una mixtura de tonos y sombras que se mezclaban a la perfección con el ambiente. Una gran variedad de plantas y esculturas de fino acabado le daban cierto toque de ensueño al lugar, colocadas a lo largo de un camino de graba gris custodiado por dos colosales enterolobium en su máximo verdor. A lo lejos el panorama se fundía con la desolada llanura.
Londres agitó su mano en el aire al notar mi presencia entre la muchedumbre, atrayendo mi atención, junto a él se encontraba Tayna Gray.
—Veo que alguien obtuvo buenas noticias —comentó Londres mostrando una ligera sonrisa. Su voz se fundía con el bullicio.
No era menos cierto que al fin sentía que el mundo comenzaba a girar.
—Sí —afirmé—. Al menos sé hacia dónde debo ir después de un largo tiempo.
Desvié mi punto focal y me limité a observar a la pequeña Tayna que permanecía en un inaudito silencio, lucía como quien carga el peso de la tristeza sobre sus hombros.
—Hey —me agaché nivelando nuestras miradas—, sé que aquí nuestros caminos se separan, pero algo me dice que no será una despedida, seguro nos volveremos a ver y si mejoras ese carácter infernal que tienes llegarás a ser alguien sobresaliente. —Sonreí— Para mí ya eres alguien sobresaliente.
La chica apenas alzó la mirada del suelo, aunque yo buscaba desesperadamente hallar sus ojos.
—Tonto —contestó, mas sus palabras no sonaban a ofensa—. Intenta que no te maten ahí afuera y mantente despierto, eres pésimo ocultándote, no deberías hacerte llamar fantasma.
—Tengo algo para ti —interrumpí. Finalmente me miró a los ojos con un mohín cargado de tristeza y curiosidad.
Con un gesto cuidadoso coloqué la mochila en el suelo y rebusqué en el interior. Debía de tenerlo por algún lugar, era una posesión sumamente valerosa para mí, pero en manos de Tayna tendría un mejor uso y sentido. «Aquí está». Sostuve el pequeño cuaderno marrón en mis manos, lo retuve un instante y se lo entregué.
—¿Es un… libro? —La chica observó incrédula el presente. Lo cierto es que era raro que alguien cargase con un libro, menos obsequiarlo, debido a que en la era actual la escasa literatura o apuntes se limitaban a lo digital, solo los conservadores y coleccionistas poseían los ejemplares como un tesoro.
—Eso que tienes ahí es de sumo valor, un pequeño cuaderno escrito a mano. Contiene información que amarás conocer sobre el magnífico mundo de la creación de autónomos. Te cuento que perteneció a la mejor artesana que he conocido y entre sus apuntes, planos y garabatos hay toda clase de secretos que solo una persona como tu podrá descifrar.
—Hey, chico, espero que sea un buen viaje. —Londres me extendió su mano, en un estrecho gesto de despedida. Su extremidad robótica se sentía fría al tacto. Seguido me hizo entrega de un paquete— Te será útil en el viaje —comentó al observar mi cara de incredulidad—. Te espera aparcada a la salida una motocicleta levitante, no avanza grandes distancias, pero son silenciosas y pasará desapercibida en los puntos de control. Sigue las vías alternativas y llegarás a las ruinas.
—¿Hacia dónde se dirigen? —pregunté ingenuo.
—Es secreto, incluso para mí. —Sonrió— Ten sumo cuidado cuando atravieses las ruinas, ese lugar está repleto de ladrones y gente sin escrúpulos. Mantén siempre la mirada al frente, el paso firme y sal rápido de ahí. No recomiendo que detengas tu viaje ni hagas estancia bajo ningún suceso.
Me limité a asentir.
—Pronto pasará el efecto del “camuflaje” neuronal, —Tayna dibujó unas comillas en el aire con sus dedos— a partir de ese momento no es recomendable que duermas o ya conoces las consecuencias.
Me puse nuevamente en pie. Le dediqué una sonrisa a la pequeña Tayna alborotando su cabello con mi mano, ganándome una reprimenda por ello.

Los Corredores comenzaban a aglomerarse en el lugar, todos con su equipaje en mano y rostros marchitos. Varios vehículos de gran dimensión, en disposición de caravana, esperaban para ser abordados. Entre ellos y algo mucho más cutre, el vehículo que me serviría de transporte.

—Jum. —Di un ligero brinco en el lugar al escuchar el familiar chillido. La voz de la gemela era inconfundible, incluso encontrándose a kilómetros de distancia— Logro ver que te diriges al Paso Este, sería un hermoso lugar si sus habitantes no fueran tan “caritativos” con los desconocidos. En fin, te diré mis reglas ya que ninguno de los dos tiene tiempo que perder. —Fue directo al grano finalmente— Te encontraré a mitad de tu recorrido hacia el Paso Este y me dejarás indagar en tu mente. Veo que escondes memorias valiosas y hace un rato logré olfatear una jugosa vivencia donde la Dama de Hierro era la protagonista. —La mujer dejó escapar una risilla molesta— Jum, ahora me marcho y tú también. Nos veremos pronto guapo.
Sin tener la oportunidad de refutar sobre sus absurdas condiciones, las cuales claramente eran solo a su beneficio, la mujer me dio la espalda y se alejó en dirección al tumulto. Conocía mi verdad y sabía que mis recuerdos eran valiosos, que incluso podían llegar a definir el rumbo de la historia de la urbe, mas no lograba entender lo que ganaría la regente al obtener dicha información.

Avancé en dirección a la salida, abriéndome paso a tropezones. Anhelaba marcharme cuanto antes.
●●●

El astro rey comenzaba a marchitarse cual ave fénix que sucumbe a su sepelio, para luego renacer de sus cenizas. Llevaba un largo tiempo conduciendo y la noche se tornaba fría.

Mantuve el máximo cuidado, evitando a los centinelas que patrullaban las intercepciones, aunque eran escasos en la zona que se caracterizaba por su ambiente árido y desértico. Para el viaje había logrado reunir varias provisiones, con un poco de suerte me alcanzarían para el trayecto. «El refugio del Paso Este».
Mirar hacia atrás ni siquiera me resultaba una opción. La ruta ya había sido marcada y bajo el compás de las estrellas seguía mi mapa. Rezaba para mis adentros, esperando que los Corredores llegaran a su destino sin tropiezos inesperados, siendo socorridos bajo el techo de algún aliado confiable.

Lo que parecía ser en sus tiempos una amplia avenida, ahora abandonada y engullida por las arenas, me afirmaba que iba en el sentido correcto, sirviéndome de guía en medio de la duna. Me detuve, llegando a divisar en la oscuridad, al nivel del horizonte, el lugar al que nadie en su sano juicio se atrevía a traspasar, las ruinas de una ciudad extinta, al menos lo que quedaba.
Dejé a un lado de la carretera la motocicleta, que después de un gran sobreesfuerzo perecía a ritmo lento.
«Mirada al frente, paso firme y sal rápido de ahí». Hacían eco en mi memoria las palabras de Londres. Sin tiempo que perder caminé rumbo a las ruinas.

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