*Capítulo 2*

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"¿Te molestaría si te observo por un rato? Porque a mi no me importaría verte por una eternidad."

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Caminó sintiendo correr el tiempo más lento de lo debido, a las personas las veía pasar, algunas agitadas, otras demasiado calmas para su gusto, y otras que querían pasar desapercibidas, y luego estaba él, no se consideraba ninguna de ellas, sólo veía los hermosos detalles que nadie mas veía, como las flores que adornaban uno que otro arbusto por aquí y por allá, los pájaros que aveces escasos pasaban volando lo suficientemente cerca como para oír su cantar, o sus alas chocando y revoloteando, traía colgando de su hombro su bolso en el que contenía su cámara, no pudo evitar sacarla para capturar algunas imágenes. Varias personas le llegaron a decir que el arte de él era la fotografía y no el periodismo y a pesar que le gustaba fotografiar y capturar la escencia de las cosas no era su pasión cómo el ser periodista.

Sin darse cuenta esta vez llegó a la biblioteca más rapido, el día anterior había practicamente salido corriendo de ahí, no soportó la tensión que le provocó aquél chico, y es que inspiraba timidez y salvajismo, pero tambien curiosidad y dominación, y estaba dispuesto a descubrir que escondía aquél rubio, así que decidió volver y esta vez el tímido no hiba a ser él, de eso estaba seguro.

—Hola chico ¿De nuevo por aquí? —preguntó la elegante señora detrás de su escritorio.

—Si la verdad es que creo que vendré más seguido por estos lados —dijo cuando de pronto sintió chocar con una pila de libros andante.

Un chico delante de él solo maldijo, más por el dolor que sentía en su cabeza que por el desorden que había causado, la señora salió corriendo al encuentro del rubio acribillandolo de preguntas preocupadas.

—¿Estás bien cariño? ¿Te duele algo? ¿Te hiciste daño?

Al azabache le pareció algo exagerado pero se díspuso a ordenar los libros y ponerlos en el mostrador de la señora, se acercó al rubio y a como pudo apenado se disculpó.

—Lo siento mucho...

—Tranquilo—respondió el rubio—, es algo que a todos les pasa, más si eres nuevo —el azabache fruncio el ceño, apenas ayer se vieron así que no era nuevo, bueno si pero al menos no del todo.

—Pero... —decidió callar, luego lo buscaría para intentar hablar con él.

—Tranquila Nana, estoy bien, solo venía porque estos libros necesitan el sello de la biblioteca, son nuevos y quiero acomodarlos en las estanterías —explicó el chico.

—Está bien mi niño, pasa por ellos dentro de un rato —el rubio asintió sin mirar al chico al lado de él, pues lo había puesto nervioso y no tuvo el valor de verlo y sólo se limitó a retirarse a seguir con su trabajo.

Seguro no quería que aquella señora pensara que lo conocía, eso se lo preguntaba el azabache, ¿pero qué caso tenía si apenas sólo un día atrás se vieron por primera vez? No contó el tiempo que se quedó viendo el camino por el que se fue el rubio cuando la señora lo sacó de sus pensamientos.

—No te acerques a él.

—¿Qué, cómo? —aquello le pareció extraño.

—El es especial así que no te recomiendo que hables con él si no quieres salir herido. Ya muchos se llevaron un trago amargo que no sorportaron.

Aquellas palabras le helaron la sangre, sabía que el chico parecía misterioso pero no sabía que tan grave era, y ahora más que nunca estaba dispuesto a conocer más de aquél chico que le llamó su total atención.

—¿Porqué dice eso?

—Si no estas dispuesto a sufrir es mejor que te alejes, es lo único que puedo decirte para intentar salvarte de un futuro sufrimiento.

Cada vez le parecía mas chistosa la situación, ¿y qué tal si así lo queria? ¿y si estaba dispuesto a sufrir por el chico de ojos plomos? Sólo el futuro era el que podía saber lo que hiba a pasar, y el no hiba a presionar nada, sólo dejaría que las cosas fluyeran sin más.

—Gra-gracias por... El consejo— la señora solo asintió y él se dispuso a caminar en otra dirección, pero la verdad es que lo hiba a buscar.

Se dirigió al lugar en el que lo oyó cantar el día anterior y efectivamente allí se encontraba entre medio de libros sentado en el piso leyendo. Aquella imagen le pareció perfecta, tanto así que no quizo interrumpirlo, así que se sentó en un escritorio con silla no sin antes agarrar el primer libro que vió solo para cubrir su rostro y que el rubio no lo tomara de sorpresa observándolo. No pudo evitar sacar una cuantas fotos de él, fotos que atesoraría siempre.

Le encantaba lo que hacía y eso se le notaba en cómo arrugaba su nariz cada que leía una parte del libro que no le gustaba, o cuando sonreía con esa sonrisa peculiar que hizo dar un brinco al corazón del azabache que sin meditarlo estaba absorto sin mirar a otra parte que no fuera aquél chico, o cuando rodaba los ojos por que alguna escena le parecía cliché.

El azabache se concentro en su rostro, su cabello alborotado en ondas que aveces tapaban sus ojos de plata, sus delgados y rosados labios que solo lograban arrancarle suspiros, su nariz delicada y a la misma vez masculina, no le faltaba nada a aquél chico, toda la belleza la poseía, y eso era lo que más le abrumaba de las palabras que había dicho la ¿Nana de él? Si, así se refirió a ella.

***

Su vida solo se basaba en su madre, su padre, su hermano y esa señora que consideraba su nana y su todo ya que ella los crió a él y su hermano, agradecía tener algo con qué distraerse después de sus clases con su institutriz, y esque a pesar de llevar empezando ya segundo año de su carrera necesitaba una intitutriz ya que su condición no le permitía tener clases presenciales. Aveces quería dar marcha atrás, quería dejar todo de lado y rendirse, pero siempre su hermano lo apoyaba, siempre estaba para el, a pesar que era el rebelde y mujeriego, ese hombresito jamás le daría la espalda.

Ya había pasado mas o menos hora y media, y Taehyung no quería dejar de lado ese libro, y tampoco es que Jungkook quisiera interrumpirlo, Se levantó rendido de donde estaba sentado, no por la posición en la que estaba, si no que en ningún momento se le ocurrió hablarle al chico, quería, podía, pero algo le decía que no lo hiciera.

¿Serían las palabras de la señora lo que lo hizo que no le hablase? Definitivamente no, a él no le importaba en lo absoluto nada de lo que había dicho ella, aún así quería descubrirlo.

Salió de la biblioteca, SuHan, el nombre de la nana de Taehyung, sólo lo abservo irse con la cabeza gacha, ya se suponía lo que el chico había descubierto, su nene no era alguien para una relación, no después de ese accidente que le cambió la vida. Aveces se sentía culpable y a la vez ladrona de la vida de Tae, aveces quería confesarle todo pero de todas formas sabía que no serviría de nada

Lo que ella no sabía era que el azabache no se había ido derrotado, al contrario, tenía muchas más razones para acercarse a él.

Recuerdame Hoy Y Siempre (Kooktae).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora