Parte |5|

1K 75 3
                                    

El día siguiente su marido e hijos salieron con totalidad normalidad a sus actividades diarias, de nuevo quedaba solo en casa: el sonido de la puerta abriéndose lo regreso a la realidad, dirigió su mirada al reloj colgado en su pares 8:30 a.m. a esa hora no debía de haber nadie en casa, claro a excepción de él, bajo las escalera encontrando a Emilio en la sala de estar revisando unos papeles, este se encontraba sentado en el piso con todo los documentos regados sobre la mesa, Joaquín se acercó con lentitud a su esposo y se sienta a su lado.

-¿Todo bien?- Este niega con la cabeza no dice nada- ¿Necesitas ayuda?- vuelve a negar aunque su rostro de estrés demuestre lo contrario.

-Hoy voy a llegar tarde a casa, tengo una cita de negocios muy importante

-Lo entiendo. Tu vida es tan ocupada, tan distante a la nuestra, comprendo que tengas que llegar a casa o que tal vez no llegues, también comprendo por qué sales poco tiempo y tengo en mente lo que piensas de otras personas y lo que haces con esas "otras personas" o como creo que prefieres llamarle: Camila. Si me disculpas tengo hambre, voy a desayunar. Se fue de ahí impidiendo que su marido digiera algo aunque este no tenía nada que decir, le parecía bien que su esposo comenzara a comprender sus salidas de casa como algo inevitable para después pensar más en el nombre que dijo.

Él quiso llorar ante la estúpida excusa que Emilio le daba por su ausencia ¿Qué tanto le costaba admitir su engaño?: De nuevo la puerta se abrió pero esta vez escucho como su marido lo dejaba en la casa, mentiría si digiera que no se sintió aliviado al saber que no volvería en unas cuantas horas.

En algún momento le pareció interesante el pensar en las posibles excusas que Emilio le pondría si él le digiera que había que le está siendo infiel y no solo soltar un nombre al aire, le habría encantado que su marido descubriera hablando por teléfono, habría amado que escuchara lo que Melisa decía y odiaba pensar de conocer toda la historia no se sentía lo suficientemente fuerte como para pedir el divorcio.















[....]

Doce y media de la noche, con los niños dormidos no había nada que obligara a tu marido a estar contigo: caminaste hacia la oficina de el en casa. Emilio le daba la espalda; Joaquín pudo ver la tensión en los músculos del cuello y la rigidez de su espalda bajo la tela del abrigo negro. El invierno apenas comenzaba mas el mayor no parecía disfrutar como en años pasados.

Se dio la vuelta lentamente y sonrió; Joaquín observo el rostro pálido, demostraba cansancio algo demasiado excesivo para un día de oficina o tal vez para la paranoia ya le hacía pensar mal de el sin tener nada claro aún. Emilio lo miro y el dejo que lo observara durante algunos instantes; luego sin decir nada, se dio media vuelta y se fue a la sala de estar. Es culpable, lo lleva escrito en su aspecto, totalmente culpable, desde su sonrisa fingida hasta el cambio de ánimo en cuanto ve a su esposo.

Pasaron unos minutos antes de que Emilio se reuniera con él en la sala de estar. Joaquín lo espera sentado. Curiosamente estaba muy tranquilo, su corazón latía a una velocidad normal y tenía las manos apoyadas sobre el regazo.

Emilio entro, se había quitado el abrigo, desanudado la corbata y desabrochado el cuello de la camisa; no vio a Joaquín y se dirige al mini bar para servirse un vaso de whisky.

-¿Quieres uno?- pregunto al castaño regresando la atención a su esposo, el negó.

Emilio no repitió la pregunta, ni lo vio mientras se servía una generosa cantidad de ese licor y se sentó en el sofá frente a Joaquín.

Dio un largo trago.

-Tienes una amiga muy fiel- Saco de un momento a otro el tema, regresando a la plática antes de que saliera de ahí por la mañana. <<Y un marido infiel>>, pensó Joaquín

Un Esposo Infiel- Emiliaco |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora