Parte |22|

826 65 9
                                    

Aquello ocurrió un viernes. El lunes Emilio se fue a Busan para atar los cabos sueltos del contrato antes de la fiesta de Navidad. Y después de un horrible fin de semana, durante el cual los dos se comportaban con exquisita cortesía, Joaquín sintió un alivio al verlo partir.

Pero hicieron el amor el domingo por la noche, y, en medio de sus desesperados intentos por conseguir satisfacción mutua, Emilio rompió una de las estrictas reglas que se habían instruido entre ellos y le hablo. Le pidió que lo perdonara. Joaquín le dijo que se callara si no quería estropear las cosas. Emilio se mordió la lengua, pero, cuando volvió a entrar en el, lo hizo con una ansiedad tal que llego a rayar en el tormento. Al terminar se separo de el y hundió el rostro en la almohada. Joaquín sintió entonces la desesperada necesidad de consolarlo, pero no pudo, porque habría sido concederle algo demasiado importante.

El problema es que no sabia porque era aquello tan importante, porque había comenzado a perder la noción de la causa que los separaba.

<<Camila>> recordó el nombre <<Camila>>

Pero incluso aquel nombre comenzaba a perder le poder de hacerle tanto daño como antes.

Los dos siguientes días, Joaquín se apresuró en los preparativos de las fiestas de navidad ignoro el frecuente malestar en su estómago y se dispuso a limpiar y reordenar las habitaciones. La noche que volvía Emilio considero si no era mejor regresar a la cama e ir a descansar.

Estaban todos en el salón tratando de poner en pie el enorme árbol de navidad que acababan de traer, cuando abrio la puerta y entro Emilio. Una sonrisa suavizo sus duras facciones al ver su hombre e hijos haciendo esfuerzo para sostener el árbol.

-Veo que para algunas pequeñas tareas todavía hago falta-dijo en broma, atrayendo al atención de sus hijos.

Los niños abandonaros a Joaquín y corrieron hacia Emilio. El fingiendo terror, cayo sobre el suelo mientras Dylan y Sara se abalanzan contra el gritando y riendo. El tercer miembro del trio gateo como pudo hasta alcanzar los pies de su padre. Joaquín observaba la escena embobada, mientras las agujas del pino se clavaban en la palma de sus manos. Fue en aquel instante al sentir la sensación de dulzura y afecto que jamás había experimentado, cuando se dio cuenta del valor de su vida. Amaba a su familia. Amaba el amor de su familia.

Un amor sencillo que extendía sus lazos unos a otros a tal punto que, cuando un eslabón se rompía y amenazaba con romper la cadena, los demás volvían a unirse para formarlo otra vez.

El Emilio de aquella escena era el viejo Emilio.

No el que estaba tan cansado que no tenia tiempo para echarse al suelo y jugar con sus hijos, para disfrutar con ellos.

Tadeo estaba sentado sobre el, dándole golpecitos en su pecho con sus pequeños puños.

-¡Me rindo, Me rindo!- decía Emilio mientras Dylan tomaba de sus brazos para que Sara le hiciera cosquillas sin piedad. Los dos niños sabían que su padre no podía hacer ningún movimiento para salvarse mientras Tadeo estuviera encima de el.

-¡Ayúdame Joaquín! ¡Necesito ayuda!

Joaquín soltó el árbol asegurándose de que no caería sobre ellos antes de ir a tomar a Tadeo con un varazo y atacar a Sara con sus propias armas, dejando que Emilio se entendiera con Dylan. Al cabo de unos minutos, el padre había doblado el brazo de su hijo mayor sobre su espalda y repartía un montón de besos en su rostro.

-¡No!- protestaba Dylan, en realidad, disfrutando y riendo como loco.

No hay muchas formas de darle a un niño de seis años a los besos que necesita, porque no se deja mimar. Emilio estaba empleando el mejor truco, porque se los daba jugando. Cuando dejo al niño en su suelo, estaba loco de felicidad, aunque sin dejar de hacer gestos de asco. Luego se moría de la risa cuando su padre persiguió a Sara, que no paraba de chillar, pero que, en realidad, estaba deseando que Emilio la brazada y la cubriera con sus besos. Tadeo observaba con una sonrisa bañada de felicidad y Joaquín se abalanzó a el. El cálido cuerpo de su hijo lo reconforto, aunque en realidad, lo que mas deseaba era esperar a que llegara su turno de que Emilio lo persiguiera también a el, como había echo en el pasado.

Un Esposo Infiel- Emiliaco |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora