Parte |23|

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-¿Me perdonarías?- pregunta Emilio apartándole el cabello de la cara- vamos a firmar un tregua, Joaquín. Vamos a ser felices esta Navidad. Incluso cederé mi maldita cama si eso te hace feliz

-¿Quién te ha dicho que eso me hace feliz?- objeto Joaquín, metiendo las manos en el pantalón de Emilio para buscar un pañuelo. Rozo con los dedos de su miembro y Emilio soltó un respingo.

-No me provoques, pequeño- lo acuso Emilio asombrado, porque sabía cual era su intención. Y sonrió al comprobar que allí estaba su viejo Joaquín, el que pensó que había perdido para siempre- vamos a firmar una tregua- le rogo con voz ronca- por favor.

¡Has llamado mocoso a los niños¡-

-¿He dicho eso?- pregunto Emilio, y parecía sinceramente sorprendido

-¡Y mucho mas¡-

-Me pregunto porque no me has tirado nada encima- murmuro Emilio-¿Me perdonas?

Joaquín considero la propuesta, complicada con el modo en que Emilio acariciaba su cuello y mejillas

-¿De verdad eres millonario?- le pregunto

-¿También he dicho eso? Debo haberme vuelto loco

-¿Lo eres?- insistió Joaquín

-Si te digo que si, ¿voy a ganar un poco mas de respeto en esta casa?- dijo Emilio con una sonrisa

-Tal vez

-Entonces si, tienes un millonario delante de ti, tal vez un multimillonario, añadiré, solo para conseguir un poco màs de respetabilidad, ya sabes- dijo con un buen humor- ¿Una tregua?- le pregunto Emilio rozando sus labios

-Si- murmuro Joaquín cerrando sus ojos

-¿Por mis millones?

-Por supuesto- dijo Joaquín -¿Por qué otra cosa iba a ceder?

Emilio se rio, porque, si conocía en algo a Joaquín, sabía que no era interesada. Lo beso en la frente y se dio la vuelta tomándolo de la mano

-Entonces, ven y habla conmigo mientras me cambio- le dijo

La habitación estaba bañada, como de costumbre, con una tenue luz naranja.

-Esta noche, por supuesto, podemos dormir en nuestra cama- contesto Joaquín distraídamente, y recibió una palmada en los glúteos, en pocas palabras, y mas coloquial: una nalgada.












































Fueron navidades divertidas, felices, alegres pero terminaron enseguida. Llego el momento en el que Joaquín tuvo que decidir si iba a volver a la clase de Mauricio. Emilio no hizo ningún comentario, pero él se dio cuenta que no estaba de acuerdo cuando al ver su rostro cuando le sorprendió con su bloc de dibujo. Además, el se negó a contárselo, quería que fuera una decisión exclusivamente suya.

Muy lentamente, volvieron a ser dos extraños que Vivian bajo el mismo techo. Joaquín pensaba que el noventa por ciento de la culpa la tenía el hecho de no haber conseguido una relación satisfactoria en la cama. Emilio era un hombre muy sensual y su continua incapacidad para entregarse por completo desafiaba su virilidad. Odiaba las restricciones que el imponía: Obscuridad, silencio, su resistencia a dejarse llevar por sus sensaciones. Joaquín temía que, si no podía solucionarlo, una vez mas, el se fuera en busca de la satisfacción a alguna otra parte.

¿Le abandonaría alguna vez aquel miedo? Se pregunto una mañana, después de una noche especialmente desatrosa.

Emilio había sufrido tanto como el después de su aventura con Camila, pero saber que podía vlver a caer en la tentación cuando la presión fuera demasiado fuerte, acababa con la necesaria confianza que Joaquín necesitaba para poder volver a sentirse seguro con el.

Joaquín era una presa constante de una terrible inseguridad, una inseguridad que lo mantenía continuamente irritado. Volvió a tener dolores de estomago, unos dolores que se han durado meses. Y, cuando pensaba en aquellos meses, se le helaba la sangre en las venas.

Eran las dos en punto de la tarde de un miércoles. Emilio estaba en su oficina recogiendo los documentos en los que había estado trabajando últimamente para preparar su próxima reunión cuando sonó el teléfono.

-Un señor le llama por teléfono, señor marcos, dice que es la señor Joaquín

A Emilio le dieron escalofríos, Joaquín nunca lo llamaba a la oficina. ¿Había ocurrido algún accidente? Se preguntó alarmado ¿le había ocurrido algo a sus hijos?

-'Pásamelo- le pidió a su secretaria, había pensado en tantas posibilidades que se desconcentro cuando no escucho la voz de Joaquín y en cambio escucho a su madre. Sacudió la cabeza y dijo- Empieza otra vez mama. Me temo que no he entendido una sola palabra.

Al cabo de unos minutos estaba en su auto, pisando el acelerador a todo lo que daba con dirección a su casa. Su madre le abrió la puerta.

-Esta ahí adentro- le dijo Niurka con un gesto de preocupación y señales que le indicaban que había llorado- esta muy enfadado, Emilio- añadió susurrando

Emilio hizo un gesto de dolor al abrir la puerta del salón y ver a Joaquín sentado en una esquina del sofá. Tenía el rostro enterrado en el sofá y no paraba de llorar. Se acerco a el con cuidado. Se quitó la corbata antes de intentar tocarlo, le temblaron las manos

-Joaquín- susurro agachándose y cuando una mano en su hombro

-Vete- susurro el sin dejar de sollozar, Emilio frunció el ceño, desconcentrado y temeroso

Nunca lo había visto así, tan destrozado que ni siquiera podía decirle lo que ocurría. Permaneció allí, acariciándole los hombros con ternura mientras le preguntaba que podía haberla llevado a aquel estado. Pensaba en Mauricio y se le hizo un nudo en el estómago. Si aquel canalla le había hecho daño a Joaquín cuando se estaba recuperando del daño que el mismo le había ocasionado....

-Joaquín- dijo aproximándose y avariciándole el can ello. Se sorprendió al comprobar que estaba húmedo ¿Cuánto tiempo llevaba así?- maldita sea, háblame, dime que ocurre.

Joaquín sacudió la cabeza. Emilio trago saliva sin saber que hacer. Luego, con resolución, se levantó para estrecharlo entre sus brazos y volvió a sentarse con el hecho un ovillo en su regazo, con cojín y todo.

Al menos no trabaja de separarse de el, advirtió Emilio quien parecía impotente escuchando los sollozos de Joaquín.

-Tu tienes la culpa- dijo por fin el

Emilio suspiro, recordando los últimos días tratando de averiguar si había echo algo que pudiera causarle a Joaquín tanto dolor. En realidad había sido muy cuidadoso. Nisiquiera había dicho una palabra hacerca de su maldita clase de dibujo. Tampoco habían hecho el amor.

-Se supone que era tu el que iba a tener cuidado- añadió Joaquín con aquella voz rota que le partia el corazón.


























SORPRESA!
-Jen ♡


























Un Esposo Infiel- Emiliaco |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora