2 / 𝐃𝐞𝐮𝐱

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Los niños jugaban tranquilamente en la casa del rubio, una tarde de verano en la que ambos comían helado jugando con aquella consola que el chico tenía, acostumbrados a hacerlo.

Habían pasado inviernos largos y nevados en los que sus memorias se habían grabado juntos jugando en aquel húmedo y frío ambiente que teñía sus suspiros de blanco.
Lluvias de otoño o primavera admirando como la naturaleza actuaba de forma opuesta, como los árboles se tenían y escondían para volver que mostrarse al sol, un fenómeno tan poco notado pero que Mitsuba como fotógrafa amaba.
Hasta estar en la estación en la que más sufrían a causa del calor, pero que aún así disfrutaban usando mangas cortas y ropa que les sedia movilidad.

Mitsuba pasaba su tercer día en la casa de los Minamoto sin comprender por qué dormía ahí tanto tiempo seguido. Pero, nadie sabía como decirle a la pequeña que su padre había fallecido y que su madre necesitaba tiempo para recuperarse de aquella repentina noticia, tan grotesca que sabían que la niña de 9 años, apesar de su madurez, no podría aceptar con tanta facilidad.

Realmente era unida a su padre.
A cualquiera le hería eso, incluso imaginarse alguna forma posible de decirlo era dañino por no encontrar escenarios donde no saliese dañada, y por eso su madre preferían que se quedara con su mejor amigo para no pasar una mala racha a su lado. Los Minamoto lo sabían, y comprendieron sin nisiquiera considerarlo.

—¿¡Cómo es que siempre ganas?!— gritó Kou molesto por notar que su alumna lo había superado al momento de probar sus habilidades en aquel juego.

—¡Es que eres muy fácil de vencer!— respondió en forma desafiante siguiéndole la corriente en la que el chico se quejó dejándose caer hacia atrás dramáticamente viendo a su amiga recogiendo y atandose el cabello por incomodarle.

Para los ojos de Kou, Mitsuba era preciosa. Inclusive cuando se comportaba como una princesa caprichosa, diciendo cosas algo desagradables magnificandose, era un conflicto comun para un niño que no comprendía por qué no deseaba que su sonrisa se borrase nunca, aunque pensara que seria tampoco se veía mal, y ese tipo de pensamientos lo hacía asquearse de sí mismo por darse cuenta que, daba igual el momento, Mitsuba aceleraba su corazón. El amor parecía tan ridículo a esas edades que a su hermano mayor le daba ternura oír como se enojaba por la perspectiva que tenía sobre ella.

—¿Por qué me ves tanto?— cuestionó finalmente la niña al terminar de atarse el cabello, viendo a su mejor amigo embobado con algo de duda.

—¡Por nada! ¡te miro con odio por ganarme!— mintió, y de una forma tan lamentable que hizo explotar a la chica de la risa sin notar que Teru había entrado a la habitación, feliz de verlos.

—Kou, ¿podemos hablar un minuto?— pidió tranquilamente din inmutar a los chicos, su hermano rápidamente asintió levantandose de un salto.

—¿Puedo escuchar también?— cuestionó la chica curiosa de saber qué pasaba.

—La princesa no debe cansarse caminando para nada, solo le voy a pedir que me ayude con algo— Mitsuba rió asintiendo permitiéndose que se fueran a la habitación del hermano mayor permitiéndoles hablar sin que la niña los oyera —Kou, hoy Mitsuba va a volver con su mamá— el pequeño hizo puchero entendiendo dicha charla —Pero, van a verse en... cierto lugar.

—¿Cómo?

—...Mitsuba... Su papá se fue al cielo por una misión y, hoy su mami se lo va a decir.— el pequeño no comprendía la importancia de las palabras del chico, pero si a lo que se refería —Y se va a despedir, entonces necesita a su príncipe que la acompañe.— le sonrió finalmente acariciando su mejilla —No debes decírselo antes de que su madre lo haga— repitió posando su dedo indice sobre sus labios, haciéndole un gesto de silencio para sí.

—¡No diré nada!— Teru le sonrió complacido por su comprensión apesta de su inocencia, una dualidad que lo sorprendía pero le fascinaba.

—Bien, ayúdala a guardar sus cosas, hay que ser muy muy puntuales— Kou asiento de forma eufórica corriendo donde su amiga se encontraba jugando, despreocupada por los asuntos que los hermanos tuvieran —MITSUBAAA!— gritó al abrir la puerta alargando el final del apellido de la persona que lo vió, tan tranquila como casi siempre —Debemos guardar tus cosas porque vas a volver a tu casa— le sonrió mientras Mitsuba ponía pausa asintiendo para levantarse y guardar las pocas cosas suyas que habían quedado fuera de su mochila, poniéndose sus zapatillas y atandolas para levantarse y casi abandonar la habitación, si no fuera por una de las pulseras de mostasillas que había olvidado la niña, y que Kou no dudó en subir nuevamente a buscar guardandola en su bolsillo por la prisa que Teru le imponía para irse

Mitsuba no sospechaba, y quizás eso era lo más doloroso para el primogénito mayor de aquella familia quien no borraba su serena expresión hasta llegar donde vivía ella.

—¡Mamá!— llamó felizmente a la mujer quien le había dado la vida, que la abrazó compadeciendose de esa bella sonrisa que su hija había heredado —Mamá, le dije a Kou que podíamos jugar en nuestra piscina y...

Sus palabras fueran interrumpidas.

—Cariño, debemos hablar sobre... otra cosa...— la niña giró su cabeza posando la levemente sobre su hombro sin comprender la situación hasta que la oyó, sumamente clara apesar de los sollozos de su madre.

"Tu papá murió"

Sintió que sus emociones se desconectaban, él le había explicado una vez como funcionaban los sentimientos, qué era la felicidad o el amor, y como debía valorar y amar estos, y quizás por eso saber de su pérdida se los había arrebatado.

Se quedó seria dejándose abrazar por su madre quien lloraba destrozada en su hombro. Pero, no correspondía, no sabía que decir, solo estaba seria asimilando esas tres palabras que conformaban la frase que fue una bala en su corazón.

Caminó nuevamente donde la familia amiga, y ver a Kou quien no comprendía por qué su sonrisa se había borrado o el por qué sus ojos dejaron de brillar.

Caminó a pasos lentos hacia su mejor amigo, tambaleándose levemente por ellos, abrazandolo para explotar en llanto desconsoladamente confundiendolo pero sin lograr que fuera capaz de negarse a aquella unión en busca de soporte emocional.

Correspondió sin pensarlo dejando que esta llorase cuanto quisiera, deduciendo que, a diferencia suya, usaron la palabra más fuerte para esos casos: "muerte" un concepto que a todos alteraba dicho de forma tan seca.

Un día de lágrimas para la niña, que no deseaba separarse de su mejor amigo, pero que por obligación de su madre lo debió de hacer.

Kou no sabía bien que hacer para hacerla sonreír nuevamente, noto fácilmente el dolor de la niña ese día, y en la noche sus pensamientos sobre eso no lo dejaban dormir.
Era tan horrible pensar en sus hermosos ojos brillando simplemente por el reflejo de la cortina traslúcida de lágrimas que los cubría en un océano de lágrimas que se desbordaba de sí.

Se levantó caminando hasta la habitación de su hermano mayor tocando la puerta tres veces para esperar respuesta, recibiendo al chico adormilado sin entender por qué tocaba la puerta a dicha hora, pero alertandose al ver llorando al que lo había llamado.

—¿Cómo puedo hacer que Mitsuba sonría...?— cuestionó con su voz temblorosa sin saber qué hacer como un niño.

Your Type 𓂃 MitsukouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora