22 / 𝐕𝐢𝐧𝐠𝐭-𝐝𝐞𝐮𝐱

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La ciudad era tan brillante que encandilaba los ojos del pelirrosado.

Obviamente las había visto antes, pero jamás estando a solas con su mejor amigo. Lo que le hacía sentir una adrenalina distinta curiosa.

Se reían caminando entre las calles iluminadas artificialmente, hablando de estupideces poco relevantes pero chistosas a sus oídos.

El agua acumulada en charcos era cubierta por el reflejo de los carteles con luces de la ciudad, y aquellas bajas pero adaptables temperaturas les hacía acostumbrarse rápido al contacto con sus pieles.

No tenían un plan preciso, ninguno había pensado lo suficiente en ello, solo se divertían corriendo entre las personas, pisando los charcos con sus botas y dejando que su aliento se tiñera con claridad debido a los jadeos. Era divertido, y jamás pensaron que escaparse en la noche lo fuera, la vida de adolescentes no era tan mala si se trataba de esas libertades poco pensadas pero idealizadas.

Se detuvieron en una tienda al quedarse sin fuerzas por correr, querían agua, o mas bien, necesitaban agua para saciar su sed.

Los chicos se dejaron influenciar por el silencio al beber de la bebida, cruzaron miradas y no pudieron evitar reírse sin escupir a duras penas lo que bebían.

Estaban quizás demasiado emocionados por ser la primera vez que salían en la noche solos. En el fondo, los dos pensaban que era romántico, sin decirlo, ya fuera por orgullo o una negación pobre.

—¿Qué haremos después de esto...?— Cuestionó Mitsuba, mientras que Kou pensaba un poco en su respuesta.

—Nada. No pensé en eso.

Una mirada de confusión fue dada por el chico de tonalidades rosadas hacia quien había admitido que no tenía ni la más remota idea de que diablos hacía.

Pareciera que la vulnerabilidad de las personas era más fuerte en las noches, la luna estaba teñida por melancolía, y la polinizaba a lo largo del mundo. Para el rubio no fue una gran excepción, después de todo. 

Cerró la botella prestándole atención a aquel giro que realizaba antes de atascarse, sin notar que su paso había tomado la delantera frente a Mitsuba, quien al casi no sentir sus piernas, prefirió mantener su velocidad estándar.

—Creo que... Deseo volver a ser un impulsivo.— Le dijo en un murmuro, apenado pero siendo sincero —Ya no quiero sobre pensar tanto...— Dijo levantando el rostro hacia el cielo como si no quisiera seguir manteniéndola baja.


Sentía como el rocío que los cubría casi sin que se dieran cuenta se hacía presente.
Y tal como sentía aquella tenue humedad, Mitsuba igualmente sintió la sinceridad de sus palabras; en ese punto, la verdad eran más verdades dichas en un estado crítico de salud psicológica del cual el rubio se avergonzaba como si fueran un pecado.

El que se encontraba atrás se acercó rápidamente, acercando su mano a la ajena.

Lo pensó, pero le dio un pequeño toque en súplica de permiso que le fue concedido para entrelazar su mano tiernamente.

Se ocultó en la nuca del rubio, posando su mejilla en su hombro para brindarle su presencia. Realmente esos escenarios eran monótonos, pero era su actual amor, del cual nadie sabía qué esperar o cómo demostrar.

Your Type 𓂃 MitsukouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora