Capítulo 14: Chapuzón.

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Meagan.

—Y entonces cuando estabas a punto de llegar hasta nosotros te desmayaste.

—¿En serio? Que patético debí verme niñita, pero al menos mi desmayo sirvió para que no le contestaras el «te amo» que te dijo ese estúpido.

—Calla Sergei, puede escucharnos. —regaño a mi protector.

—Hablemos de probabilidades, ¿crees que exista alguna de que me importe?

Yo solo ruedo los ojos.

Me encontraba compartiendo mi habitación con Sergei. Luego de su desmayo por producto de la pequeña gota de la poción que le cayó, mi tía junto Drew me ayudaron a auxiliarlo y lo trajimos hasta acá para que pasara la noche conmigo, no tenía muchas ganas de estar sola después de tanto desastre.

—¿Qué hora es? —pregunta Sergei mientras corre las cortinas de mi habitación.

—6:30am, creo que hemos madrugado —rio—. Igual no tengo más sueño, ¿podemos ir al lago? No quiero estar cerca de nadie.

—¿No quieres estar cerca de nadie o no quieres verle cara a Rinc y evadir todos tus problemas y el enredo en que estás metida? —interroga haciéndose el tonto.

—Después dices que es Hide la que no se calla. Me voy a arreglar.

—Si como sea.

Entré al baño dispuesta a realizar mi rutina de aseo personal, cepillo mis dientes y luego tomo una ducha rápida, recojo mi cabello en una simple coleta y finalizo con mis lentes de contacto.

Al salir a mi habitación observo que ya Sergei se retiró y dejó mi cama debidamente ordenada. Busco mi ropa y comienzo a vestirme mientras pienso en todo lo sucedido de ayer recordando mi rodilla, la observo y noto que se ve mejor, pero me duele mucho.

El sonido del timbre hace que me vista más rápido temiendo por quien sea, observo la hora y aprecio que ya son las 7:00am. Termino con mi ropa y bajo a paso lento hasta llegar a la sala, por lo que veo no hay nadie en esta casa que se digne a abrir la puerta.

—¡Buenos días, Meagan! —saluda Ryan muy sonriente adentrándose a la casa empujando él mismo la puerta destruida.

—¿Hola? —respondo con el ceño fruncido—. No entiendo para qué tocas si la puerta no tiene nada que la asegure y puedes entrar así sin más. —suelto tratando de ver a sus espaldas buscando a alguien.

—Aleric no vino conmigo si es lo que estás buscando, ¿tú crees que él se hubiese molestado en tocar el timbre? Yo lo hago por simple educación.

—¿Y qué es lo que haces aquí entonces? —preguntan a mis espaldas.

—Buenos días para ti también, Fox. —saluda Ryan a Rinc con un tono frío, sin duda muy diferente al que utilizó conmigo—. Y creo que deberías moderar tu vocabulario un poco si no quieres terminar peor.

—Ok, basta. Rinc —volteo para encararlo—. No entiendo qué haces aquí, debes estar en cama guardando reposo.

—No te molestes mi amor, —debo recalcar que mis mejillas ardieron, no se si fue por el apodo o el gesto burlesco de Ryan—, bajé porque sentí a este y me preocupé, pensé que vendría acompañado.

«Este» —el pelirrojo se señala así mismo—, tiene su nombre. Creo que deberías calmar tu agresividad, no tengo la culpa de que mi amigo te haya pateado el trasero.

Rinc se enfurece y puedo ver el odio en sus ojos, así que debo intervenir rápido.

—Príncipe, ¿por qué no vas a acostarte y te subo el desayuno? Pareces cansado y muy adolorido.

LA VOLUNTAD DE LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora