Capítulo 15: Órdenes.

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Aleric.

Me muevo por la oficina de mi padre que pronto será mía y rebusco por los estantes. Hay un archivo en particular que quiero encontrar pero no obtengo éxito. Me frustro y suspiro pesadamente. Mi papá cuando quiere ocultar algo lo hace bien y me molesta el hecho de que me quiera excluir de ese caso que me compete, yo seré la máxima autoridad pronto y debo saber todo.

Sé que Audrey me está espiando y solo lo dejo pasar para que se sienta más astuta que yo por primera vez en su vida. Llego al escritorio y enciendo el ordenador, me llegó la idea de que tal vez guardó esa información en él. Pero al encenderse la pantalla descubro que está bloqueado y no me se la contraseña.

—¿Necesitas ayuda? —pregunta mi hermana saliendo del escondite.

—¿Por qué deduces que necesito tu colaboración? ¿Es que acaso estuviste espiando?

—Eh, no...yo solo pasaba por aquí y noté que tienes el ceño más fruncido de lo que acostumbras —se excusa.

—¿Tú me ves cara de estúpido o qué? —le reclamo ya algo alterado.

Ella me observa cautelosamente y me acribilla con sus ojos miel, esa mirada solo hace que recuerde a mamá cuando quiere regañarme.

—No hermano, solo quiero ayudarte.

—Pues dime en donde se encuentra el caso "15, Gassis". ¿No lo sabes, verdad? —niega—. Pues entonces no puedes ayudarme, ya lárgate de aquí.

—Pero puedo intentar localizarlo —trata de convencerme— ¿Y por qué tanto interés en ese caso? —me interroga con una media sonrisa.

—Porque...no te interesa, simple.

—Estás insoportable desde hace 4 días, ¿el entrenamiento en el bosque no te ayudó a drenar o qué?

«No hermana, todo lo contrario». Pienso y le doy la espalda mientras remuevo mi cabello.

—Salgamos de aquí antes de que llegue el viejo insoportable que tenemos como padre —evado su pregunta y la dejo sola en la oficina. Audrey me conoce tan bien.

Llego a mi habitación y me acuesto en la cama. Pienso en ese estúpido entrenamiento y se me remueve la bilis. Desde ese día me encuentro con un humor de perros ¿las razones? Meagan. Ese día se atrevió a callarme de un grito, me desobedeció y aparte tuvo un acercamiento con dos integrantes de la manada que no me agradó para nada, se supone que tiene novio y anda por ahí tratando de hacerse la simpática con todos. También por su terquedad su condición se agravó un poco y su protector no para de acosarme echándome la culpa.

También pienso en que la chica no quiere asumir su rol en la manada y me cabreo más, es una irresponsable que solo quiere vivir del amor de Fox, pero pronto me encargaré de esto, aquí no estamos para servirle ni cumplir sus caprichos de niña mimada. Su familia entera, el chupasangre, su novio, la amiga y hasta mi madre se han tomado la tarea de consentir a la chica a raíz de la pérdida de sus padres y su situación actual. Pero a mí no me interesa, aquí se viene a servir y eso hará.

Luego de pasar parte de la mañana en mi cama planeando y pensando decido bajar a la cocina para almorzar. Tomo rápido el plato y me siento en el jardín lo más alejado que puedo, mis abuelos y mi primo están a punto de llegar y no tengo ganas de lidiar con ellos ahora.

Me encuentro degustando mi comida pero un olor me deja petrificado, es Meagan.

—¡A que no puedes alcanzarme! —grita ella desde el bosque que se encuentra tras del jardín, mediante este se conectan la mayoría de las casas.

LA VOLUNTAD DE LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora