chapter four

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El resto de invitados ya habían llegado. Los adultos estaban en la famosa mesa de centro, soltando gritos de vez en cuando y sentando a las mujeres sobre sus piernas, sosteniendo sus cinturas y acariciando más abajo.

Phillips sostenía a Pansy. Besaba su hombro desnudo y susurraba palabras cerca de su oreja, causando risas en la chica y que ella le imitara, totalmente ajenos a lo que ocurría alrededor.

Giselle sintió lástima por su madre. Era una mujer maravillosa, preciosa, que no se merecía un engaño y un matrimonio que ya no tenía arreglo. Nunca lo tuvo, pero era mejor continuar a su lado que separarse, por lo menos hasta que tuviese claro lo que haría.

—Es asqueroso. —Alessa rodó los ojos, bebiendo de su copa.

—¿Te recuerdo que te pillé teniendo sexo con Scorpius en mi propia cama?

El chico rió, provocando que Giselle frunciera el ceño en modo de molestia por su presencia en el pequeño grupo formado por sus amigos.

—Uno de los mejores polvos que he tenido.

—¿Será porque ha sido el único? —atacó la castaña.

Albus y Paulette dieron ruido de ambiente con un 'uuhh', recibiendo una mirada de odio por parte de Malfoy. Si había algo que odiaba, era que lo humillaran a la hora de la intimidad.

—Por lo menos yo lo he tenido, ¿y tú? —ladeó su cabeza— Ni siquiera diste tu primer beso, patética virgen.

—Debe estar esperando al hombre con el que va a casarse. —apoyó Dante, el hijo de Blaise, chocando su copa con la de su mejor amigo.

—Ya cierren la boca, imbéciles.

Rodó los ojos y dio la espalda al grupo, ignorando la nueva charla y viendo hacia todos los adultos, disfrutando de la droga que entraba por sus narices y de los porros que llenaban de humo el lugar, dejando un aroma muy particular que Giselle odió.

Notó como habían barajas de cartas sobre la mesa, repartidas para cada jugador. 

Centró toda su atención en Draco, quién tomó su pequeño mazo y analizó cada una de las cartas, acomodándolas en sus dedos. Se dejó caer hacia atrás sobre el respaldo del sofá, y sus piernas se abrieron para mayor comodidad.

Entonces Giselle imaginó como se sentiría sentarse sobre él, sentir su brazo rodear su cuerpo de manera protectora, sus labios chocando contra su suave piel y soltando mordidas para provocarla.

Y fue como si Draco la hubiese escuchado. Giró su cabeza en su dirección y sus labios se curvaron hacia arriba, enseñando su perfecta sonrisa.

¿Por qué no volvemos a jugar billar? —sintió su voz en su cabeza— Quedó algo pendiente entre nosotros.

FORBIDDEN | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora