chapter eleven

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Giselle corrió tras Albus después de salir de la oficina, lo había perdido de vista por unos segundos, pero sabía que él solo iría a la sala común para encerrarse y no salir por la indignación.

Sabía el daño que había causado en él, la única persona que ha demostrado interés real y que solo quería cuidarla.

En ese momento solo estaba pensando en ella misma, y nunca se le pasó por la cabeza todas las agresiones que él también recibía. Se lamentaba, y ahora no sabía como remediar ese dolor en su mejor amigo.

Pasó por la puerta cuando lo vio murmurar la contraseña, y pudo sostenerlo por la túnica antes de que desapareciera.

—Albus...

—Déjame en paz. —soltó— No quiero hablar contigo.

Sollozó. —Por favor... n-necesito explicarte...

—¿Qué me vas a explicar? —la miró neutro— Decidiste dejar pasar la única oportunidad para delatar a esos hijos de puta que solo nos han hecho la vida imposible.

—Pero... no lo hice porque quería... fue la única solución que encontré.

—¡¿Qué solución conseguiste diciendo mentiras?!

Se encogió en su lugar, sintiendo sus gritos como cuchillos enterrándose en su corazón. Estaba perdiendo a su mejor amigo, la persona que la rescató del agujero que la estaba consumiendo.

—Caíste bajo, Giselle. Todo este tiempo he querido protegerte, y tú solo menosprecias lo que hago.

—No, jamás ha sido así... necesito que me escuches y-

—No voy a escucharte, porque lo único que saldrá de tu boca serán mentiras convincentes para que olvide lo que acaba de pasar. —se alejó de ella— Creí que eras diferente, pero me equivoqué.

—¡Albus!

Sus brazos quedaron estirados en el aire cuando él se dirigió a las escaleras y se encerró en su cuarto. No le quedó más remedio que volver a liberar nuevas lágrimas e ir a su cuarto, lugar que quería quemar para eliminar la presencia de Dante.

Nadie la iba a escuchar, ni siquiera Draco.

El platinado se refugió en su oficina luego de haber llevado a Scorpius a la mansión.

Lo había golpeado.

Puso las manos en el fuego por él, se esforzó por ser mejor persona para darle una buena crianza, una que jamás recibió por parte de su padre. Aún así, la desaprovechó y actuó como se le diera la gana.

Lo desconocía, no era el mismo niño de nueve años que practicaba Quidditch con él en el jardín. Estaba decepcionado.

Y ahora solo necesitaba ver a Giselle, decirle que a partir de ahora estaría con ella más que nunca. Era su persona más preciada, y no iba a tolerar que sufriera más.

FORBIDDEN | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora