chapter six

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Todo el mundo aplaudía esta vez. Slytherin más emocionado que nunca, y las demás casas comenzando a tener miedo del nuevo profesor. Ellos habían escuchado malas palabras de él y su familia, por lo que le tenían respeto y preferían mantener distancia.

Pero Draco había cambiado, ya no era un niño inmaduro que le gustaba molestar. Ahora tenía sus ideas claras y estaba orgulloso de lo que se había convertido.

Observó cada uno de los rostros estudiantiles, analizándolos como si quisiera guardarlos en su cabeza para no olvidarlos, y cuando se fijó en la mesa de las serpientes, sonrió cuando encontró lo que quería.

Su mirada se conectó con la de Giselle. Sus preciosos ojos brillaban, y eso cautivó al mayor, provocando mayor deseo. La necesitaba con urgencia.

—¿Quisiera decir unas palabras, profesor? —McGonagall sonrió, orgullosa de verlo en su nuevo cargo.

—Si no es un molesta, me encantaría.

Su voz resonando por el comedor hizo que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Giselle, y se removió incómoda en su asiento.

Lo observó morder su labio inferior y alzando su mentón, demostrando cierto poder que a la chica le volvió loca, y no solo a ella.

—Bueno, primero me gustaría agradecer por haberme aceptado aquí en Hogwarts. Estoy muy contento por estar aquí después de tantos años, es increíble. —suspiró— También me gustaría decir que no deben tenerme miedo. Sé que la mayoría de aquí ya conoce un poco sobre mi, les habrán contado cosas que hice... pero me arrepiento, y supongo que eso es lo que cuenta ahora.

A Giselle se le apretó el corazón al escucharlo tan dolido de sus palabras. Se veía afectado, y le entristecía saber que poca gente se le acercaba por su pasado.

Es tan atractivo... solo mírenlo. Y cuando habla así, por Salazar...

Mira sus hombros tan anchos, su cabello engominado con mechones sueltos...

Escuchó perfectamente cada uno de los comentarios mientras Draco seguía con su discurso, y le molestó. Fue tanto que se giró hacia sus compañeras de Slytherin y las hizo callar con un simple gesto de su dedo sobre los labios, chistando a la vez.

>Pues... no tengo nada más para decir. —hizo una leve reverencia, demostrando respeto— Muchas gracias por la bienvenida. Oh, y Scorpius arregla tu cabello.

Todos soltaron carcajadas burlescas hacia el hijo de Draco, quién solo gruñó avergonzado y pasó sus dedos entre los mechones para obedecerle, sin siquiera mirarlo a los ojos.

—Le deseamos mucha suerte, profesor Malfoy. —habló McGonagall— No ocuparé más minutos, así que disfruten del banquete.

Sin siquiera esperar otro segundo, las bandejas de plata aparecieron sobre las enormes mesas junto a las copas, bebestibles, servilletas, cubiertos, entre otros. Todo a disposición de los alumnos para disfrutar de la cena antes de irse a dormir.

FORBIDDEN | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora