chapter eight

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La hora del desayuno había llegado a su fin, y la mayoría de los alumnos Slytherin de último año se iba retirando del lugar para ir a su primera clase de pociones, con el nuevo profesor y Ravenclaw.

—¿Nos vamos, Giss? —preguntó Albus, acomodando su mochila en el hombro.

La chica agitó su cabeza, así volviendo a la realidad. Se había quedado en blanco, viendo hacia la pared del frente con un trozo de tostada en su mano, apunto de caerse por la poca fuerza que estaba ejerciendo.

—Uhm, sí. —asintió, metiendo el pan dentro de su boca.

Sacudió sus manos y se puso de pie, tomando sus pertenencias y esperando a sus otras dos amigas para poder irse juntos al aula de clases.

Todos estaban en silencio, especialmente Giselle. Se negaba rotundamente a verse con Draco, en su cabeza aún pasaban las palabras de Dante, y no quería meterse en más problemas por más que ninguno fuese el culpable.

Porque no había culpabilidad en que ambos sintieran una atracción, ellos no podían escoger a la persona, era algo que solo sucedía y nada podría controlarlo.

—¿Quieres que nos sentemos juntos?

La chica miró a su mejor amigo, sonriente. —Claro.

Entonces, un fuerte brazo se posicionó alrededor de sus hombros y la atrajo a su cuerpo, alejándola de Albus unos cuantos centímetros.

—Lo siento Potter, pero ella va a sentarse conmigo. —habló Dante, orgulloso.

—¿Qué? —respondieron los dos al mismo tiempo.

—Recuerda lo que dijimos. —susurró a su oreja, tensándola— Bueno, me di cuenta de que las burlas hacia ella son sin sentido, y quiero intentar disculparme. ¿Cierto, Chevalier?

Albus la miró, esperando una respuesta que confirmara las palabras del moreno.

—Sí... él habló conmigo al despertar, quiere arreglar las cosas..

—¿Después de todos estos años? —frunció el ceño— ¿De verdad, Zabini?

—Por favor Potter, es último año, déjame hacer algo bueno.

Bufó. —Como te vea molestarla en clases dejaré de ser amable contigo.

Dante mordió el interior de sus mejillas, viendo rápidamente a Giselle.

—Lo que menos haré será molestarla, te lo prometo.

Cinco minutos después, ya se encontraban fuera del aula, esperando que los demás estudiantes ingresaran y escogieran un lugar.

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