ㅤ❪ 𝗙𝗢𝗥𝗕𝗜𝗗𝗗𝗘𝗡.
ㅤ𝒘𝒊𝒕𝒉 𝒑𝒂𝒊𝒏, h0neymalfoy.❜❜
Ambos eran conscientes de que estaba mal, de que no podían estar juntos por ser completamente diferentes; pero dicen que lo prohibido es más interesante y tentador.
━Lo prohibido es tentador...
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El primer día parecía que no dolía tanto.
El segundo, el vacío ya comenzaba a formarse dentro de Draco.
El tercero, Giselle lloró escondida entre sus sábanas.
Una semana y se volvía un sacrificio tener que verlo en cada clase, fundiéndose en su asiento para evitar que él la notara.
Pero aún así Draco la veía, la sentía incluso a kilómetros. Podía seguir sintiendo su cercanía a causa del anillo que Giselle todavía utilizaba, y cuando él lo notó, su corazón latió intensamente.
Ella se negaba a deshacerse del objeto, porque esa era la única forma de mantener algo de él a su lado, un recuerdo permanente y doloroso.
Dos semanas y Albus ya estaba preocupado de su mejor amiga, pero cada vez que preguntaba, no recibía respuesta.
Dos semanas y dos días; Scorpius volvió a insistirle en busca de su perdón, y avergonzado se fue luego de que ella explotara y le gritara en pleno pasillo que dejara de molestarla, que no le creía absolutamente nada.
Draco fue expectador de eso, pero no se le acercó y la evadió.
La esperanza había acabado.
Tres semanas y Draco reía por un comentario que Amanda había soltado durante el almuerzo; Giselle se tragó el nudo de la garganta y picoteó el tenedor en su plato.
Se obligó a sí misma a sentirse feliz por la felicidad de quien amaba, pero dolía que no fuera con ella, la causante de aquel contacto cero.
Sintió odio en su interior, se odiaba por alejar a la única persona que sí la amaba y la apreciaba como nadie había hecho.
Ese mismo día abandonó el salón comedor, casi sin haber probado su plato.
Cinco semanas y noviembre daba paso a un nuevo dolor, un nuevo vacío, nueva soledad. Pero Albus se encargaba de hacerla sonreír y no llenarla de preguntas.
La llevaba al exterior del castillo, paseaba con ella en lugares desconocidos hasta que olvidara sus tristezas, le contaba historias de fantasía junto al Lago Negro por largas horas y Giselle no recordó a Draco.
Draco no recordó a Giselle.
Pareció ser que ambos desaparecieron de la cabeza de otro.
La relación volvía a ser profesionalmente de una alumna y profesor, ya nada dolía.
No dolía verlo compartir con Amanda, no dolía verlo sonreirle y acariciar el dorso de su mano en el almuerzo, no dolía verlos caminar juntos mientras iban a su oficina, ni mucho menos dolía que él ya no la mirara.
Giselle era una completa actriz, pero su papel se derrumbó cuando una noche ingresó a su cuarto y rompió en llanto sin saber por qué.
Había un “por qué”, porque todo le seguía doliendo.
Draco dolía.
Todo en su cuarto quedó hecho trizas; un espejo roto, las sábanas por puntos diversos en su habitación, su mesa de noche en el suelo y todo lo que había dentro había saltado por doquier.
Rompió posters que había pegado con ayuda de Albus, abrió el armario y arrancó toda la ropa con furia y lágrimas, odiándose por el daño que pudo haberle causado a Draco.
Una gran parte de ella se odiaba, pero la otra le decía que estaba haciendo lo correcto.
Se formaba un enorme debate en su cabeza que le hizo caer al suelo, enterrando los dedos en su cabello y jalando suavemente, como si quisiera apagar esas voces que la atormentaban.
Pero no fue así.
Y cuando diciembre llegó, Giselle ya sabía que hacer.
