"los ángeles lo llaman, placer divino, los demonios, sufrimiento infernal, las personas... Amor".
–se puede saber ¿Que demonios hacés aquí Azael?– dijo Yelena con odió en sus palabras.
Azael aún estaba en shock, ya que el sueño que tuvo hace años se hizo realidad, aquella mujer vestida de novia ensangrentada estaba antes sus ojos.
–soy el jefe de la mafia francesa y vine a brindarle apoyo a la bratva– respondió acercándose lentamente, sus palabras parecían difíciles de creer que no ser por su rostro.
–¿Tú? ¿El jefe de la mafia? Se supone que eras un simple agente del FBI que no sabía ni dónde estaba parado– dijo con burla, no estaba dispuesta a conversar pero al menos no estaba mostrando debilidad ante él.
Azael iba a responder pero fue interrumpido por Vladimir.
–jefa, la mafia francesa nos está ayudando... Y tomé, ésto es suyo– dijo dándole la corona que accidentalmente se le había caído.
–quiero que busques a los responsables y me los traigas aquí– ordenó sin siquiera una pizca de amabilidad.
–a sus órdenes– asintió y se marchó lo más rápido que pudo.
–sabes... No te guardó rencor por lo que hiciste– Azael aún guardaba la esperanza de retomar un amorío con Yelena, aunque si eso significaría mandar al carajo su dignidad.
Yelena lo miró a los ojos.
–no recuerdo haberte preguntado– parecía que en cualquier momento iba a explotar y la molestía que causaba Azael en ella no ayudaba.
–quiero que exista una alianza entre nosotros.
–¿y que me asegura de que tú no me traicionarás?
–como te dije, Yelena... Yo no te guardo rencor además tenemos un enemigo en común, Los italianos... Y la mafia tailandesa.
Yelena lo miró detenidamente, intentando encontrar una pizca de mentira... Fallando totalmente.
–okey... Entra a la mansión, yo iré en un segundo– dijo dándole la espalda.
Derrepente sintió las cálidas manos de Azael recorriendo desde sus hombros hasta las palmas de sus manos.
–lamento por lo que estás pasando... De hecho me sorprende que no estás en el suelo llorando y lamentándo lo que sucedió– le susurró al oído.
–llorar y lamentarse es para débiles... Y yo no lo soy– Yelena se fue, dejando a Azael con las palabras en la boca.
Yelena tenía una herida en el alma que tardará en sanarse.
Cada paso que daba era eterno para ella, el camino no era largo pero su lento caminar hacía pretender que sí.°
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Al llegar a su habitación, se desnudó por completo y se metió a la ducha. Comenzó a bañarse con agua fría, no era la primera vez que se bañaba con agua helada en esa estación del año, el invierno en Rusia era muy frío pero estaba acostumbrada a éso, por eso ni se inmutó al sentir el agua artificial corriendo por su cuerpo.Se dejó llevar por sus pensamientos, ignorando por completo el dolor de sus dedos de las manos y pies, a causa del agua helada.
Apoyó su frente a la pared de cerámica, intentando reorganizar sus ideas y pensamientos para luego asimilar todo lo que sucedió y por lo que sucederá.Al salir de la ducha, apenas sentía sus pies pero eso no le importó y comenzó a vestirse ignorando por completo el llamado de su teléfono.
Cuando terminó de vestirse se miró al espejo detalladamente y solo se dedicó a salir de su habitación sin emitir ningún sonido.
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Ten Piedad © +21
ActionLIBRO II DE LA TRILOGÍA "SANTA DEMONIA". el rencor y el odio de Yelena causó que las puertas del infierno se abrieran, provocando que sus enemigos imploren piedad pero *la bratva y Yelena no perdonan ni olvidan. la Reina de la mafia Rusa volvió cau...