La prueba de lealtad que creó Yelena para Matheo, era intensa y bastante dolorosa, desde caminar en piedra calientes a torturas con martillos. Matheo se mantenía firme, ni siquiera emitió un sonido de dolor y claro estaba que quería a toda costa tener cerca a Yelena, Aunque si eso costará su vida.
La última prueba para acabar todo es martirio era veinte latigazos para Matheo, obviamente Sara se negó rotundamente pero Matheo acepto gustoso.
Aunque Matheo no quería pensar en lo que iba a pasar en sólo unas horas. Si pensaba en ello, corría el riesgo de echarse atrás y no quería eso. Esta vez no necesita preguntar si iba a doler: seguro que dolería. Como mil demonios.
–Matheo porfavor piénsalo, retirate y no recibas los latigazos. Ella no lo vale.
–Ya llegué hasta aquí, además cuando acabe volveré a tener una oportunidad con ella.
Sara no dio señales de encontrarlo ni remotamente genial. De hecho, estaba seria, y tensa, el hombre que le importa está a punto de ser torturado por un simple capricho.
Mateo aguantaría hasta el final los latigazos, por mucho que le costara; sabría qué hacer, porque ya tenía experiencia en pesadillas, desde que la mafia italiana se fue abajo, el aprendió sobre los sacrificios de la vida.
Sara resignada, se dirigió hacia el jardín en donde se encontraba Yelena tomando café.
–ese hombre se muere por ti, y tu pones su vida en riesgo– Yelena alzó su mirada del café y la miró a los ojos.
–y tú te mueres por el pero ni siquiera te voltea a ver– Sara apretó los puños. –te daré un consejo ya que dicen que es mejor oír las palabras de tus enemigos a las de tus amigos... Te detesto, pero eres linda y de seguro eres divertida y con bellos sentimientos, no pierdas tu tiempo en alguien así, no te arrastres por alguien que te mataría si yo se lo pidiera, Matheo recién esta madurando, el no te ve como algo más que como una amiga, quizás ni siquiera te considera una. Si no quieres alejarte o olvidarte de el es tu problema, pero la única que saldrá afectada aquí serás tú.
Sara se quedó callada sin saber que decir.
–una cosa más, los hombres se tienen que arrastrar por ti, no tu por ellos. Siempre mantén la cabeza alta y el autoestima aún más– Yelena se levantó de su asiento y se fue sin siquiera haber mostrado una expresión amigable.
Sara se sorprendió por las palabras de Yelena, por un momento pensó que la mataría, se sorprendió al notar que ni siquiera le había amenazado con escamotear sangre ella misma para usarla con malvados propósitos.
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La hora había llegado, todos lo presentes estaban sentados en tribunas como si de un gran espectáculo se tratase.Con el miedo a flor de piel Matheo entro, vestido únicamente con un corto short de tela. Llevaba las manos atadas con una gruesa cuerda. El corazón le iba a cien por hora, puro miedo y adrenalina, y cuando vio el poste y al tipo plantado frente a él con el látigo en la mano, las piernas le temblaron y su corazón latió con más fuerza.
–Matheo Gallardo, recuerda que puedes arrepentirte y devolverte a tu país, o quedarte y ganarte la confianza de la bratva.
Matheo miró a Yelena a los ojos y habló.
–me quedo.
Yelena dió una media sonrisa, la cual Matheo la tomó como una señal de orgullo.
El hombre del látigo amarró sus manos al poste de modo que apenas podía moverse. cada sonido a su alrededor causaba que Matheo sintiera un zumbido de puro terror en los oídos.
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Ten Piedad © +21
ActionLIBRO II DE LA TRILOGÍA "SANTA DEMONIA". el rencor y el odio de Yelena causó que las puertas del infierno se abrieran, provocando que sus enemigos imploren piedad pero *la bratva y Yelena no perdonan ni olvidan. la Reina de la mafia Rusa volvió cau...