18. Un doloroso recuerdo

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Amanda

-Le agradezco su espera señorita Sevilla.

-No se preocupe – aquel hombre duró 10 minutos exactos… por algo ha de ser millonario.

-Le haré una serie de preguntas, la mayoría son personales, ya que nuestra empresa prioriza el bienestar de nuestros empleados, y aunque usted no sea una empleada directa, nosotros le daremos el mejor trato.

Que hombre tan genial, es altísimo y serió, su traje negro lo hace ver aún más fantástico…

-Claro.

-Dígame si una pregunta le incómoda… ¿Vive sola?

-Sí – mis padres tuvieron un accidente, dejando a mi padre en estado de coma…

-¿Tiene pareja sentimental o sexual?

-No… - ¿Qué clase de preguntas son estas, me va a contratar o a prostituir?

-¿Tiene algún credo religioso por el que deba guardar algún día?

-No

-¿Tiene hijos?

-N…o…

-¿No?

¿Un aborto cuenta?... Aquella vez no entiendo que pasó… aquel chico insistía en que nos conocíamos, pero nunca encontré pruebas de ello, a pesar de eso, él me pedía perdón por cosas que no entendía y me contaba historias que no recordaba.

*Día del accidente de Amanda hace 3 años*

Michael

La llamada de los padres de Amanda me dejó inservible, estaba en piloto automático manejando hacía el hospital, mientras Carolina a mi lado llamaba a Charles, quien nunca llegó al hospital…

-¿Cómo está Amanda? – pregunté apenas encontré a los padres de Amanda, quienes lloraban sin cesar.

-¿Michael?... Tú sabías… que… ella… ¿embarazada? – lo había olvidado por completo, Amanda tenía un mes de embarazo, y las preocupaciones en las caras de ellos me hacían sentir cada vez peor.

-Yo… - mi voz se cortó y no pude decir nada… simplemente había lágrimas bajando por mis mejillas, perdí la fuerza en mis piernas y caí al piso, Carolina se agachó en un intentó de ayudarme… pero al ver mi rostro destruido por la inconsciencia de mis acciones.

Los padres de Amanda comprendieron aquel movimiento mío a lo que simplemente el padre soltó.

-Amanda esta en la sala 10… puedes ir a verla.

Aquellas palabras eran filosas, solidas, nunca les había escondido nada que pusiera en peligro a Amanda, y no es que andaba contando las cosas personales de ella, pero una vez cuando ella estaba en “su momento adulto” llorando cuando tuvo su primer alejamiento con Charles, dijo “Si en algún momento consideras que estoy en peligro, tienes todo el derecho de ayudarme, de contarle a mis padres o llevarme en contra de mi voluntad… porque no sé en que momento cambiaré de personalidad… y yo… simplemente no quiero sufrir más”

Así que siempre la ayudé y al final ambos conversábamos o contábamos las cosas a sus padres, ellos son comprensivos, nos ayudarían así hayamos matado a alguien, después de todo son profesores y tienen su profesión muy arraigada a ellos, haciendo que tengan un sentido sobreprotector con los adolescentes y sus situaciones personales.

Llegué a la habitación, en donde encontré a Amanda sentada en la camilla viendo hacía la ventada, llevaba vendas en los brazos y otra en la cabeza.

Mentiras de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora