23. Pequeñas mentiras

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Carolina

Ver a Charles después de 3 años me revuelve el estómago, después de todo, nunca estuve dormida, mi mente estaba en otro lugar, en el lugar de los Erased, no estaba segura de si era un sueño por todo lo que alguna vez me conto Sasha, o si estaba pasando de verdad.

En aquel lugar nadie me podía ver, la gente tenía aquellos ojos de colores que te perturbaban o te atraían. El sitio no se parecía a como Sasha me contó, pues ahí nadie cultivaba comida o había casas, por lo general solo había gente, gente que nunca nació.

Caminando en busca de una salida, me había encontrado a Michael, era él, a diferencia de que sus ojos eran azules y no negros como estaba acostumbrada a ver. Cuando me le acercaba él no me veía, pero siempre suspiraba y decía "Sé que estás aquí, te puedo sentir. Deberías irte". No entendía a donde quería que me fuera, así que lo seguía a todas partes, no solía hacer mucho, simplemente estaba en reuniones aburridas todo el día. Pero una vez a la semana él iba a un lugar parecido a un cementerio o un panteón... ni siquiera podía creer que eso existiera, pero voy a dejarlo así.

Cada que él llegaba, se arrodillaba y por una escotilla que abría, se metía, yo iba con él y eso nos teletransportaba al mundo real creo yo, siempre que estábamos ahí él me hablaba, la primera vez que fuimos, comprendí que yo no estaba del todo viva. Era a una cabaña, una cabaña cálida y bien cuidada. Viéndola bien tiene una estructura parecida a la cabaña en ruinas que había visto cuando hui de Charles después de que él confesara su amor por Amanda.

-¿Cómo estás? – dijo con una voz triste.

-¿Puedes verme?

-Sabes... Matías siempre quiere venir a verte... no es que yo no quiera, pero tengo miedo de volver un día y que simplemente ya no estés.

-Michael, ¿De qué me hablas? Mírame, estoy aquí. ¿De qué Matías hablas?

-Te esperaré toda la vida, cuidaré a nuestro hijo que tanto se parece a ti, cuidaré de ti todos los años que quieras dormir... pero solo prométeme que despertarás un día, que me abrazarás muy fuerte y que me dirás te amo.

-¿Entonces estoy en coma? Claro... yo estaba embarazada y lo último que escuché fueron unos hermosos gritos de bebé.

-Carolina... Hoy una de las mamás de la guardería a la que va Matías me habló... dijo que si estaba soltero y un montón de cosas más... me invitó a una cena incluso, que absurdo – río como si aquello fuera absurdo – solo tengo 23 años, ellas me llevan como 10 años la más joven, me ven como un ejemplo lindo y valiente... ¿pero que hay de ti? Solo escucho cuchicheos de ellas diciendo que eres una mala madre, que seguro te fuiste con otro, que estás muerta y yo... - vi como lágrimas intensas bajaban por sus mejillas, quería abrazarlo y hacerlo sentir feliz, decirle que lo amaba, pero no podía moverme – lo siento, solo estoy diciendo cosas al azar... Debo irme, no quiero que las enfermeras llenen de azúcar a Matías. Te amo mi Carolina.

Y así era sucesivamente cada semana, él bajaba y yo siempre lo seguía, pero cuando no estaba ahí, y estaba en las reuniones, todo era extraño, era como lo descrió Victor y Sasha cuando hablaban con Charles... ahora Charles sabía todo, todo a excepción de que la pequeña Valentina era su hija muerta...

Es raro decir que está muerta, cuando en realidad estaba aquí, y se veía igual de viva que cualquiera.

Ella no dejaba de ver a Charles, ahora que sé que ella puede recordar y saber que les pasó a sus padres, me hace sentir algo de lástima por ella, solo es una niña que sufre a causa de las mentiras nuestras.

-¿Entonces se supone que debo creer toda esta historia de cuento de hadas? – dijo Charles con sus dedos entrelazados sobre la mesa, observando meticulosamente cada acción de nosotros.

Mentiras de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora