CAPÍTULO 7: UN VIAJE

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LOS DÍAS SIGUIENTES AL ABANDONAR LA PEQUEÑA RESIDENCIA EN DONDE ALINA Y MAL SE OCULTABAN, las cosas se volvieron más tensas. Notando que Ivan raletizaba los latidos de Alina para mantenerla en un estado de inconsciencia, Skala puso el grito en el cielo, y pensé a que la moral le carcomio la razón, fue ella quién mantuvo a su amiga dormida metiendose en su cabeza, claro que aquello no fue algo muy agradable. Ser un mosquito en la cabeza de alguien que no te quería allí, lejos estaba de ser placentero. Apenas durmió esos dias, la cabeza le latía producto del exceso de concentración que debía mantener en Alina todo el tiempo, y la mala vibra que Mal le lanzaba cada vez que se cruzaban le resentía por horas. 

Cerró la puerta del carruaje con fuerza y arrastró los pasos hacía su caballo de nuevo. En aquel viaje se había encargado de mantener a la Invocadora del Sol hidratada y darle algo de comida cada deliberadas horas. Su camino se enlazó con Genya, la cual se había unido junto a varios grishas más hacia menos de unos dos días. Se detuvo cuando notó que la pelirroja no pensaba moverse de su camino y esbozó una mueca de lado. —Skala— saludó la joven. 

—Genya. 

Su tono salió ácido y duro, justo como se había mantenido aquellos días producto de todas los pensamientos contradictorios que le atormentaban. —¿Cómo esta ella?— preguntó la Confeccionadora lanzando una mirada al carruaje detrás de ella. 

—Miralo por tí misma— respondió y comenzó a caminar pero se detuvo a su lado —La despierto para darle agua y comida cada par de horas, ¿podrías estar atenta para hacerlo tú? — preguntó intentando librarse de la sensación de que estaba siendo una cómplice voluntaria de las ideas retorcidas del Oscuro.  Genya asintió. —Y deberías sacarte esto...—movio ligeramente la tela de la kefta roja con detalles purpuras de la mujer, la cual, estaba desaliñeada y sucia. —Lo último que necesitamos es que nos rebanen la cabeza por verte— soltó antes de seguir su camino. 

Cuándo estuvo nuevamente sobre su caballo, balanceó su peso cansada de que el trasero le doliera por la mala postura y masajeo sus sienes con fuerza quejandose por lo bajo ante el dolor punzante que no le dejaba ni disfrutar del paisaje por segundos. Una mano se extendió hacia ella con un recipiente de agua. Skala movió su mirada hacía abajo para que sus ojos impactaran contra los grises de Aleksander. Sabía que sus ojos le miraban diferente a los demás, cómo si fuera un simple hombre inocente que no cargaba las manos llenas de sangre. Cómo si fuera solo Aleksander. —No quiero pelear— aseguró él al notar como la pelirroja tomaba aire para arremeter en su contra. La mujer le arrebato el agua de las manos para beber, agradeciendo internamente cuando el líquido hizo contacto con su lengua. 

Estaba sedienta.

—¿Estás incómoda? ¿Quieres agregar alguna manta a tu montura para que sea...

—No, gracias— le cortó. El Oscuro suspiró y detuvo su mano cuando ella le devolvió el recipiente. Skala quiso temblar ante el contacto de sus manos pero no lo hizo. Le miro con una expresión indescifrable. 

—Sabes que estoy...

—¿Haciendo esto por el bien de Ravka? — cuestiono la mujer mientras elevaba una ceja. La ironia tiño su aura. —Por favor, dejemos de actuar como que ambos estamos de acuerdo con todo lo que esta sucediendo aquí — bramó. El Oscuro apretó la mandibula pero no dijo nada. 

—Luces cansada, ¿seguro que no quieres ir en el carruaje? 

—De lo único que estoy cansada es de que tomes decisiones sin consultar mi opinión al menos— informó antes de separar sus manos con violencia y tomar las riendas de su caballo. —Te voy a hacer una advertencia, Aleksander. Si llegas a tocas a mis amigos con la intención de hacerles daño una vez más, yo comenzaré a tomar mis propias decisiones— su voz se volvió más pesada y el azabache comprendió que no era una amenaza vacia. —...y no creo que te gusten. —ambos llevaron a cabo una pequeña guerra de miradas que termino cuando Skala cerró los ojos con fuerza producto de un fuerte tirón en su cabeza. —¿Cuándo falta para llegar al dichoso puerto?—cuestiono. 

—No muchas horas, si apuramos el paso ahora llegaremos antes del anochecer. 

Skala hizo una mueca señalando su caballo —¿Qué esperamos entonces? 

Aleksander sonrió de lado ante la avidez de la joven y montó para renaudar la marcha. Ambos encabezaban la fila, pero mientras el hombre observaba los alrededores y se mantenia atento a todos, Skala parecía perderse en sus pensamientos profundos y turbulentos. Según lo que el General le había compartido, se dirigían hacia un ballenero que les llevaría como huéspedes, los motivos eran difusos en el discurso que el había soltado pero Skala sabía que todos los caminos que tomaran llevarían a un mismo objetivo: una vuelta gloriosa a Ravka con una Invocadora del Sol y una Invocadora de Poder a cada uno de sus lados. La pelirroja movió sus ojos azules por unos segundos hacía el perfil del azabache; sabía que estaba testeando su paciencia de una forma drástica, pero aunque quisiera, no podía evitarlo. Aquellos días había sido víctima de un sentimiento de ira corrosivo en contra de todo y todos, como si unas garras rasgaran su interior con la intención de salir, pero su boca devoraba todo a su paso con insultos, malas formas y comentarios ácidos. Le atribuyo su mal humor a la falta extrema de sueño, el dolor constante en su cabeza y el mal descanso. 

Solo rogaba subirse a ese barco y tirarse sobre la madera para dormir lo más que pudiese. 

Horas después, cuándo el sol parecía querer unirse con el horizonte, el aroma salino del mar le empapó los sentidos y provoco una pequeña sonrisa de añoranza en su rostro. Cuándo el puerto de Novyi Zem le impactó en los ojos, y los últimos rayos anaranjados del gigante en el cielo le acariciaron los rizos pelirrojos de una forma casi poética, Skala esbozó el primer abismo de verdadera felicidad en esos días. No había mucho movimiento en el puerto, pero si dos grandes balleneros y uno tenía velas ravkanianas. Skala supo rápidamente que se trataba de ese. 

Se alejó un poco del grupo cuándo estos comenzaron a abordar la embarcación para pararse a solemente disfrutar de una gran respiración mientras admiraba una inmensidad que le hacía sentir pequeña. El viento, que se volvía más violento con la llegada de la noche le removió las hebras de cabello con bestialidad, pero no le molesto. El apreciar el oleaje del mar le resultaba relajante y parecía ser suficiente para desaparecer todo por algunos momentos. 

THRONES OF SHADOWS | GRISHAVERSE #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora