Capítulo 29: Juramento

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Hace mucho, amiga, que intento comprender

cómo conseguiré decirte mi querer.

Mi corazón y mis pensamientos están perturbados,

Con solo mirarte olvido todo lo pensado (1)

Debió imaginar que iba a recibir una respuesta de ese estilo, pero en realidad no estaba tan desanimado

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Debió imaginar que iba a recibir una respuesta de ese estilo, pero en realidad no estaba tan desanimado. Siempre supo que no iba a ser fácil, y hasta sería mal visto en la corte de Cabaret que Bruna aceptara tan pronto ser su dama. Si iban a aparentar que todo era finn' amor, por supuesto que tenía que hacerse la difícil por un tiempo. Al menos, supuso, la noticia de sus intenciones llegaría a Peyre Roger y lo dejaría en paz.

Además, eso no era lo único que lo tenía tenso todo el tiempo. La otra cosa que le quitaba el sueño era el asunto del libro aquel. La buena noticia era que el padre Abel seguía avanzando en la traducción. La mala era que no entendía qué rayos significaba todo eso. Lo único que tenía claro era que el símbolo del anillo que le entregó su padre era la estrella de Utu, el símbolo que representaba a un dios pagano. Así que la orden estaba de alguna forma relacionada a la adoración o culto a ese dios, o dioses. En serio, ¿su padre le dio un regalo para que lo quemaran vivo como hereje, o por dónde iba el asunto?

Era una noche más en la que no podría dormir. Aceptaba que no había sido un cristiano ejemplar, pero seguía creyendo en Dios, Jesucristo, la Virgen y todos los santos. No lo dudaba, no podía hacerlo. ¿Y qué iba a hacer con todo lo que rodeaba al Grial? Ni siquiera estaba lo suficiente cerca de este, y ya estaba perdiendo la cabeza. No iba a lograr pegar el ojo, se sentía sofocado. Decidió ir a dar una vuelta por el castillo, al menos así tomaría aire.

Un sonido se le hizo muy familiar. Al principio pensó que lo estaba imaginando, pero luego el suave y atrapante sonido de una vihuela lo envolvió en un sueño que le hizo sonreír. Eso ya lo había vivido, y sus pasos se condujeron con rapidez hacia ella. Solo podía ser ella.

Su corazón latió aún más fuerte cuando la vio. Al parecer llevaba un rato allí, y estaba cantando. Se veía muy hermosa cuando lo hacía, con la vihuela entre las manos, como si de verdad viviera la canción. Se acercó pronto a ella, y reconoció la canción de inmediato. Era de Rosatesse.


Yo te llevo en el alma

A cada momento de mi vida

Y sé que, aunque lejos de mí estás,

Llevas mi recuerdo en el corazón.

Sé que te acuerdas de mí

Sé que piensas en la noche

Cuando con ojos amorosos, oh, buen caballero

Me juraste eterno amor.

La Dama y el Grial I : El misterio de la OrdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora