Capítulo 20: Manuscritos

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Lo que está arriba, lo que está abajo

Lo que vino antes y lo que vino después.

Y quien no se preocupa por el honor de su creador,

Mejor hubiera sido no haber venido al mundo (1)

Mejor hubiera sido no haber venido al mundo (1)

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No entendía nada. Y lo poco que entendía solo le provocaba deseos de arrojar esa maldita cosa al fuego. Dios, estaba seguro que ese libro era una cosa satánica, pagana, o algo peor. ¿En qué rayos se había metido? ¿Qué clase de persona guardaba un libro de esa naturaleza a vista y paciencia de cualquiera? ¿Por qué no se quemó mejor? Guillaume había escuchado que los libros malditos no eran consumidos por el fuego, que el maligno los protegía. Eso de seguro le pasó a aquella cosa.

Para desgracia suya, aquel libro maldito era la única pista que tenía para entender su situación como caballero de la orden. Bueno, como gran maestre. Pero, ¿qué podía sacar de ella? Latín no era, griego tampoco. No podía entender el significado de aquellas palabras. Para empezar, ¿eran palabras? ¿Qué clase de letras eran? Más que letras parecían dibujos, o rayas, o lo que sea. Todo ese libro era símbolo tras símbolo, y una que otra cosa tal vez podría interpretarla.

La mañana después del baile decidió salir de Cabaret. Arnald seguía disgustado, de seguro que estaría lejos de él todo el día y solo iba a quedarle servirse de Pons. Por eso le pidió al joven siervo que avisara a sus guardias que irían a Saissac a ver unos asuntos. Todo se dispuso de inmediato, y Guillaume partió a caballo directo a su castillo. Al menos, pensó, regresaría antes del anochecer. Esa zona tenía apariencia tranquila, y no había escuchado muchos rumores sobre bandas de proscritos, pero no podía confiarse.

Al llegar a Saissac notó que al menos ya estaban recogiendo los escombros. Pronto llegaría el día de cobrar a sus arrendatarios, así que decidió llevarse los libros con las cuentas para revisar. Eso se salvó del incendio, pues era Reginald quien las guardaba. Fue una visita rápida, pero él llevó consigo aquel libro que Arnald encontró.

Pidió que nadie lo molestara, y con el libro bajo el brazo, se fue hacia el cementerio familiar. Sin siquiera cuestionarse lo extraño de todo eso, Guillaume se sentó al lado de la tumba de su padre y empezó a revisar el libro. Fue ahí que le dieron ganas de quemarlo.

—Bueno, si no lo quemo, me queman a mí. ¿Te imaginas que me encuentren con esto? —Preguntó mirando la tumba. Si, le estaba hablando a su ausente padre—. ¿No pudiste ser claro una vez en tu vida, eh? Siempre con tus misterios. Me dijiste esa mañana que no podías solo contarme las cosas, que un iniciado debe conocer... ¿Conocer qué? ¿Qué clase de rituales satánicos son estos? ¿Qué hace la orden en verdad? —Agregó mientras abría el libro. Señaló justo a una hoja particular—. No sé, padre. Ya hasta dudo que sean cosas del diablo. Esto es más antiguo, ¿verdad? Recuerdo que una vez me dijiste que este mundo es más viejo de lo que creemos, y que esconden saberes que no podemos comprender. Te referías a esto al parecer.

La Dama y el Grial I : El misterio de la OrdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora