No sé a qué hora me adormecí,
al despertar, muy poco vi,
mi corazón casi partí
con ese mal,
no voy a fiarme ni de ti,
por San Marcial (1)
No quedaba nada. A esa misma hora, en dos días, estaría Cabaret. Su primo Luc ya había regresado a Carcasona, su padre estaba atendiendo sus asuntos, y ella se la pasó varios días ocupada con los preparativos para su viaje. Cierto que pudo hacerlo más rápido, pero decidió ir lento para distraerse. O para buscar excusas que la retrasaran. Había pasado más tiempo del permitido en Béziers, y hasta su padre empezó a insinuarle que era momento de regresar con su marido. No tenía opción, solo le quedaba aceptar que la felicidad se había acabado.
Se acabó hacía mucho en realidad. Tal vez desde que dejó de hacer frío y el clima empezó a cambiar. Era extraño, pues todo florecía alrededor, y ella se marchitaba. La angustia parecía asfixiarla cada vez más, y ella luchaba por entender por qué se sentía de esa manera. ¿Acaso no debería ser dichosa con la vida que Dios le dio? Cierto que la castigaba por sus pecados al negarle concebir, pero la bendijo en todo lo demás. Peyre Roger ni siquiera era un mal marido, había peores. No era culpa de Peyre Roger no cumplir con las expectativas que ella se hizo de un matrimonio.
Sus padres eran en parte responsables de eso. La gente siempre dijo que ese afecto no era normal, tal vez hasta anti natural, pero a ella nunca le importó. Porque su padre nunca acudió a otras damas como lo hacía su marido, jamás bailó con otra que no fuera su mujer, nunca osó jugar a la finn' amor con otra que no fuera Marquesia de Montpellier.
Por supuesto que nadie se lo dijo en la cara, y de hecho Bruna se enteró después. Frente a ellos los trovadores cantaban admirados por su amor. A sus espaldas, dijeron que Bernard y Marquesia eran una pareja anti natural que no debería amarse. Que ella no podía ser su dama, pues el matrimonio le obligaba a entregar su cuerpo al marido. Y que él no podía quererla, pues la esposa solo estaba allí para darle hijos, y esa pasión excesiva sin duda era un pecado.
Pero fueron felices a pesar de todo, ¿no? Se amaron, y la amaron a ella. Le enseñaron que se podía querer de otra forma. Todos decían que el finn' amor era lo único real y permitido, el sentimiento puro e ideal. Y que las relaciones carnales eran cosa de esposos, un deber detestable y a veces placentero. No se mezclaban. Los esposos no se podían querer. Pero todos se equivocaban, era posible, ella lo vio.
¿Podían culparla por desear algo así para su vida? Por supuesto que fue ingenua y nunca quiso entender que una sola excepción dentro de tantos matrimonios iguales no significaba una esperanza para ella. Solo soñó, como cualquier muchacha, un futuro en el que tal vez podría ser feliz casada.
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La Dama y el Grial I : El misterio de la Orden
Historical FictionUn caballero debe volver a su antiguo hogar para descubrir la peligrosa verdad que oculta una orden secreta: Qué es el Grial, y quién es la dama del Grial. Y debe hacerlo antes que se cumpla una tenebrosa profecía. *************** En el año 1208, e...