Capítulo 46: Inocencia

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Señora cortés, dueña de un saber exigente

que te vuelve agradable para toda la gente,

eres poseedora de toda perfección

en el pensamiento, en la palabra, en la acción:

la gracia, la belleza, el encanto sutil,

el habla, la cultura, el cuerpo gentil,

tu radiante sonrisa, tu color, tu valor,

y demás cualidades; la mirada de amor,

las hermosas acciones y dichos de alegría,

son materia que me hace meditar noche y día (1)

son materia que me hace meditar noche y día (1)

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Béziers, 1204

Bruna caminaba por los jardines acompañada de Mireille. Habían pasado varias semanas desde que Arnald de Maureilham dejara la villa para irse al norte, y ella no la había pasado muy bien. Creía saber lo que era el amor, y pensó estar enamorada del joven amigo de su primo. En su corazón albergaba la esperanza de que cuando él fuera nombrado caballero le pidiera ser su dama en la finn' amor. Por supuesto que iba a aceptar y se amarían por siempre como el juramento mandaba. Pero cuando se enteró de que él se iba de Béziers no supo bien qué sentir, la idea de que se fuera lejos para regresar como un magnífico caballero la entusiasmaba.

También pensó en que cabía la posibilidad de que él nunca regresara y de que no volviera a verlo. Podía ser que en tierras lejanas él encontrase el amor en otra dama quizá más hermosa que ella, entonces lo perdería para siempre. Cuando él se fue a despedir y permitió que le dedicara una canción estuvo a punto de llorar. Lo hizo después que él se fuera, no era correcto que una dama se mostrara así ante todos, no estaba bien.

Con el pasar de los días aceptó que quizá Arnald no volvería nunca, y para cuando lo hiciera ya la habría olvidado. Además, algunas de sus amigas de Béziers le aconsejaron, no tenía por qué guardar sentimientos hacia Arnald, no se habían hecho ninguna promesa y él no era un caballero que pudiera hacer juramentos de ese tipo. Y por más duro que sonara, Bruna sabía que eso era verdad, tenía que alejarlo de su cabeza.

Casi no lo pensaba, ni siquiera se dio cuenta de eso hasta que alguien le mencionó a Arnald y ella descubrió que ni se acordaba de él. Quizá era porque su primo Luc había partido a recorrer Languedoc por órdenes de su padre, y solo ver a su primo le recordaba a Arnald con frecuencia, así que se podía decir que la ausencia de Luc la ayudó a olvidar.

Pero había otra razón por la que no pensaba mucho en Arnald, y esa era la visita del vizconde Trencavel a Béziers. El joven llevaba poco más de un año como señor, así que no tuvo tiempo de visitar todas sus tierras. Y al fin se iba a acercar a Béziers, y en la villa estaban muy emocionados, esperando el gran día.

La Dama y el Grial I : El misterio de la OrdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora