La lengua no tiene huesos, pero tiene el poder de romperlo (1)
Trencavel leyó con cuidado la última carta que recibió. Llegaba directo desde Fontfride, y se detuvieron en Carcasona, porque fue el único lugar donde ubicaron a uno de los caballeros presente. Según dijo el mensajero, la orden de quien envió la nota fue justo esa: Que nadie que no fuera un verdadero iniciado leyera esas palabras. Y, conforme miraba el pergamino, entendía la razón.
Confío en que haréis llegar este mensaje a vuestro gran maestre. No quise que mi carta fuera directo a él, pues podría ser rastreado y revelar su posición. En verdad me encuentro muy preocupado por lo que planea el legado Arnaldo, que sin duda no puede ser nada bueno.
Sé que el legado Peyre de Castelnou partirá pronto a Tolosa a presionar al conde, intentan conseguir algo de él que no sé si pueda darles. Todos los preparativos para la partida de Arnaldo Almaric a la Île-de-Franc están listos, se irá al amanecer.
Sus intenciones, al menos para mí, son claras. Toda esta campaña de conversión no le resultó satisfactoria al Papa, cree que no hemos hechos avances suficientes, y que la influencia de los albigenses crece cada vez más. Sabéis tan bien como yo que, cuando las medidas pacíficas fallan, queda la fuerza. Y si el legado Arnaldo va a Paris, solo consigo pensar que hará lo posible para encontrar aliados que lo ayuden en su empresa.
Estáis advertidos ya. Tiempos difíciles se acercan.
El vizconde cerró la carta con cuidado, y miró el pergamino en blanco que se encontraba frente a él. Tomó su pluma, y empezó a redactar una explicación para Guillaume. No tenía claro si las cosas estaban bien entre ellos, pero él igual haría lo mejor para la orden. Por eso, el gran maestre tenía que saber que, si bien era cierto que fray Domingo de Guzmán no era parte formal de la orden, sí que sabía de ellos. Por eso se tomó el riesgo de escribir esa carta para advertirles. Y sí, Raimon estaba de acuerdo: El legado tramaba algo terrible, y poco podían hacer.
Necesitaba tranquilizarse, pero sentía que le temblaban las manos mientras escribía. Ya Sybille se lo advirtió: Su visión de destrucción era inevitable. Sin saberlo, Domingo dio justo en el punto. Se acercaban tiempos difíciles para la orden, y temía que ese era solo el comienzo.
Cuando terminó de escribir, preparó la correspondencia para ser enviada a Saissac. El vizconde se puso de pie, y al abrir la puerta encontró todo tal como lo pidió. El joven Luc de Béziers esperaba ahí, atento a sus órdenes. No había nadie más, y mejor así, pues la corta charla que tendrían era confidencial.
—Esto es todo —le dijo a Luc—. ¿Crees que puedas llegar hoy mismo?
—Estaré antes del anochecer, os lo aseguro —contestó el muchacho.
—La orden es clara, Luc. No debes entregar este mensaje a nadie que no sea Guillaume. Se lo darás en sus propias manos, y te asegurarás de tener una respuesta.
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La Dama y el Grial I : El misterio de la Orden
Historische RomaneUn caballero debe volver a su antiguo hogar para descubrir la peligrosa verdad que oculta una orden secreta: Qué es el Grial, y quién es la dama del Grial. Y debe hacerlo antes que se cumpla una tenebrosa profecía. *************** En el año 1208, e...