Si el ojo tuviera permiso para ver,
Ninguna criatura sería capaz de resistir
La abundancia y ubicuidad de los demonios
Y continuar viviendo sin ser afectados por ellos (1)
Raimón recordaba bien el día en que aquello empezó, pero en realidad no podría definir qué fue lo que lo llevó hasta eso. O en qué momento llegó a un punto de no retorno. Lo cierto era que ya no podía arrepentirse: Lo hecho, hecho estaba. Y asumiría las consecuencias, sean cuales sean.
Aún sentía el calor del incendio. No debió ir, no debieron ir. ¿Por qué ensuciarse las manos de esa manera? Pero el conde insistió, dijo que tenían que asegurarse como miembros de la orden de no dejar huellas, y que ninguno de sus acompañantes intentara pasarse de listo. Cualquier cosa, por más mínima que fuera, podría convertirse en una pista que no podían darse el lujo de dejar.
Él sabía que no solo inició el fuego en Saissac en un sentido literal, sino que encendió otro tipo de llama. Una que estaba resquebrajando a la orden del Grial. ¿Sentía culpa? Tal vez. Y aun así, una parte de él estaba convencida que hicieron lo que tenían que hacer. Que fue necesario.
¿Cómo empezó todo? Con su ascenso. Después de pasar varias semanas en Montpellier escuchando a Sybille al fin fue consciente de la gravedad de todo aquello. No solo de lo peligroso que sería que el Grial cayera en las manos equivocadas y de lo importancia de la orden. Sino de otras verdades que antes le fueron negadas, y que de pronto lo hicieron entender más.
Con Sybille fue educado. La escuchó sin reclamarle nada, después de todo, ¿qué culpa tenía la pobre? El hombre al que debería reclamarle por haberlo tenido tanto tiempo en la ignorancia ya estaba muerto, e ir a quejarse con Froilán no tendría sentido.
Fue de regreso a Carcasona que encontró a la persona ideal para llevar sus reclamos. De hecho, ni siquiera lo pensó bien. Solo estaba tan irritado, tan desesperado y asustado que no pudo evitarlo. El conde de Foix había llegado un día antes de paso hacia sus tierras, y había decidido quedarse a esperarlo. No sería nada fuera de lo común, pues ambos eran nobles aliados con intereses comunes más allá de la orden. Su esposa Agnes y su hijo se habían encargado de mantener entretenido al conde, así que lo encontró de buen humor cuando se vieron. ¿Cómo iba a imaginar él lo que se venía?
—¿Por qué estás aquí? —Le preguntó una vez estuvieron a solas. Y notó al conde desconcertado—. Sé que no estás de paso.
—¿Cómo afirmas tal cosa? —Dijo este a la defensiva.
—Tú y yo sabemos quién eres —contestó firme—. El vengador. El que ejecuta la "faide" de la orden. ¿Es por eso qué estás aquí? —El conde guardó silencio. Parecía cauteloso.
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La Dama y el Grial I : El misterio de la Orden
Historical FictionUn caballero debe volver a su antiguo hogar para descubrir la peligrosa verdad que oculta una orden secreta: Qué es el Grial, y quién es la dama del Grial. Y debe hacerlo antes que se cumpla una tenebrosa profecía. *************** En el año 1208, e...