No sé a qué hora me adormecí,
al despertar, muy poco vi,
mi corazón casi partí
con ese mal,
no voy a fiarme ni de ti,
por San Marcial. (1)
El banquete era en verdad esplendoroso. Estaban los mejores trovadores de París, las damas más bellas de la ciudad, los caballeros amigos de los Montfort y los manjares más deliciosos. Bernard estaba sentado cerca de Simón, pero buscaba insistente la mirada de Guillaume. Él hacía lo posible por evitarlo, no quería dramas en medio de una fiesta.
¿Era eso en verdad? ¿O era que no tenía miedo de enterarse más? Lo poco que su padre le dijo lo había dejado desconcertado. Que su madre escribió esa profecía, que ella misma vio su futuro y aconsejó que lo enviaran a París. No podía dejar de pensar en eso. ¿Quién fue su madre? ¿Una bruja acaso? Visiones, profecías. Todo eso que siempre desechó por considerarlo estúpido, de pronto se revelaba ante él como el eje que había regido su vida. ¿Y qué otras verdades le habían ocultado? Tenía que saberlo, pero temía. Se sentía un cobarde que no podía aceptar las cosas y hacerles frente de una vez.
Pero ya habían pactado un momento y lugar para resolver todos esos asuntos, ¿no? Al amanecer, en la zona de la Universidad. Esa noche, al menos lo que durara el banquete, quería disfrutarlo. Ya luego enfrentaría su destino, tenía que hacerlo. No quería seguir siendo el tipo cobarde. Odiaba sentirse así.
Era una noche especial después de todo, aunque tal vez algunas no la pasarían tan bien. Era una desgracia, pensó, que Alix hubiera llegado justo ese día a París. Ella y su tutora Oriza estaban allí, sentadas juntas, y conversando animadas. Pronto el padre de Alina y el de Amaury anunciarían su compromiso, cosa que seguro Alix no tomaría bien. Guillaume solía ser discreto con esas cosas, sobre todo porque sabía lo mucho que a Amaury le costaba hacerse cargo de lo que sentía. Él quería a Alix, y Alix lo quería a él. Esa noche sería el final para ellos dos.
Empezó el baile, y muchos se pusieron de pie dejando la mesa vacía. Guillaume se sirvió más vino, sabía que le iba a hacer falta para soportar lo que sea que se viniera. Sonrió pensando que ese era justo el problema, estaba sobrio hacía buen rato, y por eso le dolía tanto la cabeza de andar pensando en su destino. Un poco de alcohol le sentaría muy bien para soportar su vida.
—¿Podemos conversar un momento? —Por poco se le cae el vino. Bernard se había sentado justo a su lado, aprovechando que tal vez podrían tener un poco de privacidad.
—Bueno, tampoco es que pueda decirte que no —contestó sin ganas. Mierda, que debió ponerse ebrio más temprano para poder tolerar esa conversación.
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La Dama y el Grial I : El misterio de la Orden
Historical FictionUn caballero debe volver a su antiguo hogar para descubrir la peligrosa verdad que oculta una orden secreta: Qué es el Grial, y quién es la dama del Grial. Y debe hacerlo antes que se cumpla una tenebrosa profecía. *************** En el año 1208, e...