Capítulo 33: "La familia de Carla".

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En la Tierra.

Agosto de 2012.


Arturo Krstch estaba en el suelo del pavimento, siendo golpeado por dos hechiceros, justo en el momento en que la policía llegó.

—¿Qué está sucediendo aquí?

Máximo se apartó de Cassandra, con quién había estado peleando cuerpo a cuerpo hasta que aparecieron los oficiales.

—Vámonos —les ordenó a sus colegas.

—¡Alto! —un agente alzó su arma—. ¡No pueden irse así nomás!

Los dos sujetos que habían agredido físicamente a Arturo se apartaron de él, y siguieron a su líder.

—¡Alto! —los policías los rodearon con sus armas.

El señor Krstch se puso de pie. Le dolía cada músculo de su cuerpo y vio que le chocaba sangre de la boca y de los brazos. Además, el corazón le latía con violencia, no era capaz de dejar de pensar en sus hijas.

—¿Está bien? —Cassandra se acercó para observarlo.

Ella no tenía siquiera un rasguño ¿Cómo era posible? El papá de Carla se limitó a asentir con la cabeza y a contemplar la desastrosa situación. Tenía los nervios a flor de piel.

—¡Alto! —volvieron a exclamar los policías.

Los hechiceros hicieron caso omiso a sus palabras. Se subieron a sus motocicletas y arrancaron a toda velocidad. La gente tuvo que correrse para no ser atropellada por los hechiceros.

Un grupo de policías se subió a sus vehículos y comenzaron a darle persecución a los delincuentes. Otro par se quedó junto a Arturo y a Haider.

—Necesitamos que vengan a declarar a la comisaría, por favor.

—Ella es menor de edad, señor...

—Creo que lo primero que debería hacer es ir al hospital —dijo una mujer entre la multitud—. Todos vimos cómo este auto fue atacado por esos vándalos y...

—Les tomaremos los datos y les pediremos que vayan todos a declarar —anunció una agente bastante joven—. Mientras mis colegas les piden los nombres y direcciones, yo acompañaré a las víctimas hasta el sanatorio.

Arturo se sentía casi descompuesto. Asintió. Buscó en su auto su celular (el cual tenía poca carga) y llamó a una grúa de confianza para que llevaran su vehículo a un taller de reparación.

—Vamos, señor —un oficial le indicó el camino hasta el patrullero.

—Vamos, señor —un oficial le indicó el camino hasta el patrullero

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Albina no podía dejar de llorar mientras le explicaba a su madre que ellos tres habían tenido un accidente.

Medealis [COMPLETA].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora