Miedo.

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Eran las cinco de la mañana y mis ojos aún miraban el techo oscuro y agrietado. Podía sentir tu respiración, a pesar de que dormías en el piso. No te culpo; yo también lo hubiera hecho de estar en tú lugar.

Me levanté, resignada a que no podría dormir.

Tomé una taza de café,
y dejé que mí mente me torturará deliciosamente.
Con tú voz
Con tus animos.
Con los recuerdos.

Y sobre todo, con esa pregunta. Esa máldita pregunta.

— ¿Quién eres? —Tú voz sonó temblorosa antes de irnos a dormir; era lo único que me habías dicho desde que habíamos vuelto.

Te miré. Tenías el rostro  tenso, y tú sólo tensabas tus facciones cuando tenías miedo.

Me tienes miedo.


Mi fotógrafo #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora