Poco a poco fui perdiendo el habla, pero el único que se dio cuenta de ello fue Herbert pues era el único que solía visitarme.
Hoy abro los ojos, miro con fijeza el techo. Noto que mi respiración es más lenta, más desesperante. Sé que el final está cerca, lo siento en mi corazón que late despacio, en la medicina que ya no me hace efecto.
Cierro de nuevo los ojos. Tengo sueño, mucho sueño. Ni el día ni la noche enteros bastan para calmarme, a veces pienso que mi propia mente entiende que paso por un hecho agonizante, y me ayuda a dormir. Porque sabe, que sólo en sueños te puedo tener.
Pasa una hora, y estamos tú y yo corriendo de nuevo por los parques. Pasan dos, y estamos bajo las estrellas, pasan tres y me hablas...Me hablas.
—Gina...
Pero sigo creyendo que es un sueño. Entonces tú mano aprieta tan firme la mía, que mis ojos se abren de manera precipitada. La luz entra, y con ella tú imagen. Estás ante mí. Sólo tienes los ojos rojos e inflamados, tu boca no sonríe, tu rostro está hecho un desastre de suciedad. Oh, mi amor, al verte así casi olvido que no me amas ya, y sólo puedo pensar en quien te hizo sufrir de tal forma para golpearlo. Entonces la realidad cae, y sólo suspiro pesadamente.
—Gina, ¿Puedes oírme?
Asiento. Decir algo, sería pedirme un milagro.
—Oye... —sonríes tan forzoso—. El médico dice que te pondrás mejor.
No sé sí el médico se volvió un mentiroso, o tú lo eres.
—Yo... No he dormido muy bien —murmuras, frotándote el cuello—.Y en una de esas desveladas, yo... Yo me puse a desarmar esto —mostraste la cámara que oscilaba en tu cuello—. Y yo, encontré algo que escribí un dos de marzo... Estaba en un compartimiento secreto que ni yo sabía que existía.
Sacas de tu bolsillo un papel amarillento, trozado de las esquinas. Se ve que había pasado mucho tiempo en el compartimiento.
Lo miro interrogante.
—Quiero que lo escuches, ¿me dejarías leerte? —tus ojos brillan, y sin remedio, asiento de nuevo. No puedo evitar cerrar los ojos. El sueño amenaza de nuevo con dormirme.
Lo malo, es que no sabía cuando sería la última siesta. Pero abro los ojos. Quería saber que otra puñalada terminaría por matarme.
Con voz pausada, temblorosa, y algo lacónica, comenzaste:
—Hoy... Dos de marzo, siendo las tres de la mañana, he querido escribir unas palabras para mi novia, mi compañera, con la que me casaré por la tarde de mañana... —mordiste tú labio, e inevitablemente, cerré los ojos de nuevo—. Hoy es el día en que te hago mía, Gina. Nunca creí que llegaría porque jamás vi una chica para esto, pero llegaste tú y tú eres tan diferente a las demás. Hoy juntamos nuestras vidas y no por una casualidad, sino por el destino. Porque sé que tú eres mí hermoso y maravilloso destino.
»Tú y yo tenemos un pasado lleno de promesas incumplidas y sueños rotos, pero no me preocupa lo que hayas hecho o donde hayas estado. De ahora en adelante mataré monstruos por ti. De ahora en adelante, no estarás sola nunca más. No estés triste, tampoco quiero explicaciones, porque hoy Gina, hoy comenzamos de nuevo. Sé que podemos hacerlo hasta el final, porque nada se puede interponer entre tú y yo. Y yo, Tommy, me encargaré de cumplirlo.
Sólo me queda decirte; Qué te amo de mi corazón, al infinito y devuelta al tuyo.
Terminas. No escucho nada. Sólo las maquinas que me mantienen viva suenan. Abro los ojos, y veo que te estás mordiendo tu mano, mientras las lágrimas salían de tus enrojecidos ojos.
— ¿To...Tommy?
—Yo en realidad te amo a ti, ¿Está bien? —te aprietas las manos con fuerza—. Sólo a ti. Porque he comenzado a recordar sentimientos, y cada que te veo, cada que recuerdo tu sonrisa, sólo pienso en que jamás debí de haberme ido. Me arrepiento, me arrepiento —sorbes tu nariz, y acercas tus labios a mi frente, impregnas un beso suave, cálido. Y no me opongo, no tengo fuerzas para hacerlo.
Me miras a los ojos.
—Te amo —susurras.
Parpadeo y los cierro de nuevo.
Yo también te amo, Tommy. Pienso, y el sueño me vence.
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Mi fotógrafo #1
Kısa Hikaye«Te miro, y me sonríes. Sé que te esfuerzas por hacerlo. Sé que es difícil vivir conmigo. Sé que no recuerdas nuestra boda. Ni mí nombre. Pero no te preocupes, Yo puedo recordar, vivir, y amar por ambos» Precuela de la historia: Mi mus...