La culpa me mata.
No podía evitarlo, en el trabajo casi me desmayaba. Necesitaba comprar mis pastillas, necesitaba vivir un poco más, para ti. No podría dejarte a la deriva.
Me corrijo; jamás te dejaría a la deriva.
Es el tercer día que falto al trabajo sin permiso. Mis compañeras me cubren, pero sé que un día él verá lo mal empleada en la que me he convertido. Corrí. La farmacia me fiaba, pero ahora me pide dinero. Le doy de mis ahorros, con mucho pesar; el fin de mes se aproxima.
Y la desgracia parece seguirnos como un letal mosquito.
Entro en la casa con mi bolsa de medicina. Lo primero que veo es a ti, sentado en el sofá. Tienes la mirada perdida en el infinito de algún pensamiento.
Te miro, y me miras.
Me sigo de largo a mi habitación, y me sigues.
Estoy sentada en la cama, cuando entras. Tus ojos son como los de un niño.
Mi niño.
—¿Qué llevas ahí? —Tú voz ronca me reconforta. Me alivia mejor que cualquier antibiótico que trajera en la bolsa.
—Analgésicos —miento.
Te acercas, con paso firme, y tu presencia imponente. Me voy haciendo pequeñita conforme te veo frente a mí.
Te sientas junto a mí, y me miras a los ojos.
Me cohíbo, y me quiebro y renazco en el mismo instante.
— ¿Estás bien?
No, no mi amor. No lo estoy.
—Sí. Sólo que me dolió la cabeza.
¿Recuerdas cuando me prometías que juntarías para mi tratamiento contra la leucemia?
—Entonces... recuperate —susurras, y me obsequias una palmadita torpe en la cabeza. Sonrío feliz.
Tú eres todo lo que necesito.

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Mi fotógrafo #1
Historia Corta«Te miro, y me sonríes. Sé que te esfuerzas por hacerlo. Sé que es difícil vivir conmigo. Sé que no recuerdas nuestra boda. Ni mí nombre. Pero no te preocupes, Yo puedo recordar, vivir, y amar por ambos» Precuela de la historia: Mi mus...