Había decidido, a pesar de las deudas que nos comían, no ir al trabajo ese día, y sentarme junto a ti después del desayuno.
Ya nos las apañaríamos después.
En mis brazos, con mucho cuidado, llevaba el tesoro más valioso de ambos; Simba, nuestro álbum. Aún recuerdo que lo llamamos así, porque fue nuestro personaje favorito de televisión.
La fotografía es lo que más has querido, según esto, después de mí, así qué decidiste hacer un álbum, pero no uno cualquiera, uno de nosotros.
Ese álbum era el único que contenía nuestros secretos, el que guardaba fielmente, momentro tras otro.
Sobra demás que todas las fotos son de tú autoría.
Me miraste y no dijiste nada, sé que seguías temiendo. En silencio tomé la primer fotografía de Simba, y te la mostré.
La tomaste con dedos temblorosos, me la quitaste y la examinabas con atención.
—Soy yo de joven... —comencé con voz nerviosa.— La tomaste un día, en la terraza de tú habitación. —Observé que veías atento, suspiré— Dijiste que querías tomarle una foto a las cosas más hermosas que habías visto en tú vida... —Despegaste la vista de la fotografía y me viste.
Me viste con curiosidad, enigmatico, interrogando. Tus ojos lanzaban una pregunta al aire.
—Yo y tú primer cámara —respondí a la pregunta fantasma.
— ¿Por qué te dejaste fotografíar? —musitaste después de un segundo. Sonreí al ver que te animabas a hablar.
—Porque quería verte sonreír.
No respondiste, simplemente te dedicaste a ver la foto un largo rato.
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Mi fotógrafo #1
Short Story«Te miro, y me sonríes. Sé que te esfuerzas por hacerlo. Sé que es difícil vivir conmigo. Sé que no recuerdas nuestra boda. Ni mí nombre. Pero no te preocupes, Yo puedo recordar, vivir, y amar por ambos» Precuela de la historia: Mi mus...