Capítulo 2

1.8K 241 86
                                    

Después de aquella jugada Alcina y Akuma tenían este tipo de encuentros una y otra vez. La mayor era incapaz de rendirse y la llamaba mucho la atención la capacidad de la chica para formar una simple estrategia en cuestión de segundos.

Aquel día fue diferente al resto. La menor esperaba en el lugar de siempre a la llegada de Madre Miranda pero su rostro parecía distinto. Llevaban apenas una semana sin verse y Alcina fue capaz de ver el cambio. Bajo sus ojos tenía unas grandes ojeras y su mirada, que ya parecía sin vida antes, ahora se veía llena de agotamiento.

Lady Dimitrescu caminó hasta sentarse a su lado como siempre lo hacía y notó aún más el mal humor que afloraba en su cuerpo.

-Pareces cansada.-recibió un gruñido para después ver como se acostaba entre su escalón y el resto del suelo de madera-. Asi vas a estar incómoda.-otro gruñido.

Por Dios hasta Donna fue más fácil de tratar que tú. Debería probar otra cosa para que confie en mi.

-¿Tienes sueño?-asintió una sola vez-. Puedes dormir en mi regazo si quieres. Te aseguro que será más cómodo que el suelo.

Akuma levantó su mirada y giró su cabeza hacia ella. La oferta la gustaba y sabía que se sentiría mejor así, pero muy dentro de ella no quería acercarse a nadie. Volvió a fijarse en los ojos de Alcina y negó con la cabeza para después girarse dándola la espalda.

-Eres una cabezota.-suspiró la vampira dispuesta a seguir molestándola-. Deberías...

-¡Sh!-la silenció. Volvió a mirarla y la señaló para después poner el mismo dedo sobre su boca. Básicamente, la estaba diciendo que cerrara la boca.

-¿Cómo te atreves? A mi nadie me manda callar.-su paciencia se estaba acabando con aquella niña, pero a Akuma no podía importale menos. Volvió a acostarse como estaba y trató de dormir un poco.

Su duración exacta fueron de dos minutos y treinta segundos.

-¡Eh pedazo de zorras! ¡Aquí llegan los amos!-el grito de Heisenberg irritó a las dos, pero sobretodo a aquella que trataba de dormir.

-No me lo puedo creer.-murmuró para si siendo escuchada por el buen oido de Alcina. Gruñó molesta y golpeó cerca de la pared en mal estado dejando caer un pequeño trozo de ladrillo. Heisenberg seguía gritando y solo conseguía aumentar su molestia. Apretó el escombro en su mano derecha y se levantó rápidamente dispuesta a lanzarselo a la cabeza.

No será capaz de...

Antes de que la vampira pudiera siquiera levantarse para frenarla, una silueta se colocó entre ambas sujetando el brazo de la pequeña humana.

-Madre Miranda.-dijeron al mismo tiempo.

-Akuma.-llamó en tono de regaño mientras la menor soltaba el pequeño ladrillo y murmuraba un “lo siento” varias veces. Miranda suspiró y colocó ambas manos en las mejillas de la menor observando su cara demacrada-. ¿Llevas días sin dormir?-la menor asintió-. ¿Por lo mismo que las últimas veces?-repitió la acción-. Oh, mi pequeña. Cuando acabemos la reunión te daré tus pastillas como remedio, pero tienes que controlar ese temperamento tan explosivo.

-Si madre, lo siento.-se dejó hacer apoyando su cabeza contra el pecho de la mayor y bajo la atenta mirada de Lady Dimitrescu.

-Entra, iremos enseguida.-ordenó para después girarse a Alcina.

-Esa niña no vale la pena, creí que tenía modales pero su única función es gruñir.-dijo molesta cruzándose de brazos.

-Tú también fuiste una niña rebelde en tu época, no lo atribuyas todo a su mal carácter. Además, sé que has sido la que ha estado detrás de ella desde que llego.-Alcina tragó duro ante la afirmación de ella-. Y creo que habrás podido contemplar algo en ella.

-Lo único que sobresale es...-se quedó pensando hasta que sus ojos se abrieron ante el descubrimiento.

-Así es. Es experta en estrategias para cualquier cosa o situación que se ponga en su camino. Consiguió burlarte varias veces ¿O me equivoco?

-¿Entonces esa es su capacidad? ¿Su inteligencia?-sus dudas cada vez eran mayores, pero algo así podría llegar a explicar el porque una joven como ella estaba involucrada en su familia.

-Siendote sincera nunca he visto a nadie con una capacidad como la suya. Da igual cual sea el reto en cuanto a estrategias, lo supera muy por encima de la media. Aunque como todos tiene defectos, entre ellos su mal genio.-rió levemente-. En ese sentido me recuerda a ti.

¿Disculpa?

-Esa niña y yo no nos parecemos en nada.-gruñó siguiendo a Madre Miranda.

-Yo diría justamente lo contrario Alcina, pero solo el tiempo os lo demostrara a las dos.-dijo dando por finalizada la discusión.

Otra reunión paso entre discusiones, burlas y todas aquellas cosas que solían suceder. Lo único distinto en esta ocasión era que la quinta Lord mantenía la cabeza entre sus manos ignorando su alrededor. Incluso Donna se había acercado a ella dándola algo de consuelo como si la entendiera. Al terminar Akuma se acercó a Miranda quien la extendió un frasco lleno de pastillas.

-Una cada noche, son fuertes así que nunca excedas la dosis.-la menor asintió aún con la mirada perdida-. He estado observando un poco tu trabajo. Sigue así conteniendo al resto de nuestro lugar y pronto tendrás más importancia como Lord.

-Lo haré, Madre Miranda. No te decepcionare.-dijo en voz baja pero con iniciativa en sus ojos antes de retirarse. Por supuesto que Alcina lo había escuchado y por un momento si que vio alguna similitud pero se negaba a creerlo.

Subió a su carruaje pensativa. Era la primera vez que veía el enorme carácter de la menor, sin tener en cuenta lo borde que solía ser. Era eso o directamente no hablarle a nadie. Miró por la ventanilla de su carruaje y por pura casualidad la vio a ella caminando entre la nieve mientras observaba aquel frasco amarillento. Alcina ordenó que pararan al lado de ella y abrió un poco la puerta. Akuma levantó la cabeza mirándola con pesadez y decidió ignorarla, pero el carruaje la seguía a su paso. Entonces frenó en seco y se paró frente a la puerta.

-¿Qué?-preguntó sin más.

-Nada, solo estamos tomando este camino.-respondió con sorna en su voz-. ¿Te molesta?-la menor gruñó haciéndola reír. Quería aprovechar a que estaba cansada para ver si podía convencerla de ir con ella esta vez. Pero su terquedad era igual a la de ella, volvió a caminar pasándola de largo-. Que día más malo ¿No te parece? Con tanta nieve.

-......-la miro mal y dio una patada a su puerta para cerrarla y dejar de escucharla. Aprovechó esa oportunidad para irse pero la duro poco-. Agradecería si me dejaras en paz.

-Vaya, si decidiste hablar.

-Pesada.-susurró-. Te doy un punto por no rendirte pero esto me molesta. Así que dejalo ya.

-¿Y si no quiero que me vas a hacer?-Akuma la miró de forma asesina.

-Tengo varias opciones ,todas malas para ti ¿Quieres seguir probando tu suerte?-gruñó de nuevo sin apartar su vista de ella.

-¡No te atrevas a dirigirme la palabra de esa manera!

-¡¿Y qué si lo hago?!

-¡Eres insufrible!-gritaron al mismo tiempo. Alcina estaba tan molesta que desistió de sus intentos mientras que la joven volvía a su casa más tranquila.

Las cosas parecían ir muy lentamente para ellas.

Eres insufribleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora